Relatos para amantes de los libros

“Todo se acaba en este mundo miserable: hasta los cuentos y la paciencia de los lectores” ~ y va de cuento de Miguel de Unamuno.

Aunque había hecho todo lo posible, no había hecho lo que deseaba.

Guardaba todo su dinero, todos sus bienes, todas sus emociones para sus libros; había sido monje, y por ellos había abandonado a Dios; más tarde les sacrificó lo que es más querido por los hombres después de Dios: el dinero; y después les dio lo que se ama más después del dinero: su alma.

La obra que uno tenía dentro de sí parece siempre más bella que la que se realiza. ¡Se pierden tantas cosas en ese viaje de la cabeza a la mano!

“Hay más libros que arenas tiene el mar, más genios que estrellas tiene el cielo y más críticos que hierbas hay en los campos” ~ Carta a Eduarda de Rosalía De Castro.

Solo cuando somos viejos empezamos a afirmar que no lo somos.

Los hombres miran a las literatas peor que mirarían al diablo.

Durante un minuto amó terriblemente la vida, deseó no renunciar a ella en absoluto.

La tarde de un escritor, F. Scott Fitzgerald

¡Oh, mi amigo!, el cielo está opaco, el aire frío, el día triste. Flotan brumosas y grises melancolías...
Pero ¡cuánto calienta el alma una frase, un apretón de manos a tiempo! ¡Hasta la vista!.

Más adelante, a esta alegría de crear se mezcla un poco de tristeza, el pesar de no haber dicho todo lo que se quería decir. La obra que uno tenía dentro de sí parece siempre más bella que la que se realiza. ¡Se pierden tantas cosas en ese viaje de la cabeza la mano! en las profundidades de los sueños, la idea del libro se parece a esas hermosas medusas del Mediterráneo que vagan por el mar luciendo sus matices flotantes; sobre la arena, no son más que agua, unas gotas desteñidas que, al instante, seca el viento.

El último libro, de Alphonse Daudet