Uno debe morir

"Uno debe morir” parte de una premisa muy prometedora. Seis adolescentes atrapados en una sala, con una bomba y una jeringuilla. Tienen una hora para decidir quién de ellos muere o, de lo contrario, estallará la bomba y morirán todos.

Es cierto que el libro empieza fuerte, pues comienza sembrándote ya muchas dudas y preguntas que sabes que no se van a resolver hasta la última página. ¿Será una broma o será real? ¿Quién ha orquestado todo esto? ¿Quién morirá? Y lo más fuerte es que llega un punto en el que te sorprendes preguntándote: “¿a quién mataría yo? ¿Quién se lo merece más?”.

El libro intercala capítulos con la cuenta atrás de la bomba con capítulos del pasado reciente de los seis protagonistas, un recurso que nos permite ir conociendo poco a poco a todos los personajes y facilita que el lector se posicione a favor o en contra de ellos. Esa manera de jugar con nosotros, de hacer que lleguemos a sentirnos uno más del grupo de amigos y que, incluso, sintamos que tenemos voz y voto en la decisión final de quién debe morir es, para mí, lo mejor del libro.

Sin embargo, sí debo decir que me ha sobrado un poco de drama adolescente americano. Esta misma trama escrita por un autor nacional, sin animadoras, sin becas de deportes, sin bailes de instituto y sin pistolas, la hubiera disfrutado mucho más.

Resumiendo: es un libro de lectura ágil, con una premisa muy interesante y que te mantiene intrigado desde el principio a pesar de que puedas llegar a conectar más o menos con los personajes. Y aunque puede que el final no sea del gusto de todos –a mí, personalmente, me ha parecido bastante coherente y acertado- sí que queda todo bien cerrado y con todas las dudas resueltas.