Primer amor

Después de que casi todos los invitados de una cena se hayan marchado, el resto decide sincerarse sobre su primer amor. Dos de ellos no tienen demasiado que contar, en cambio, Vladímir Petróvich tiene una buena historia. Sin embargo, alega que necesita poner en orden sus recuerdos y escribirlos en forma de narración que en otra ocasión les leerá.

De este modo, nos trasladamos al verano de 1833, en el que un joven Vladímir se muda con su familia a una dacha en las afueras de Moscú. Tiene dieciséis años, aún está estudiando y no espera más que este sea un aburrido verano más, pero todo cambia cuando una aristócrata venida a menos y su bella hija se mudan a la casa de al lado.

Nuestro joven amigo experimentará entonces un torbellino de emociones. Caerá rendido ante los encantos de su bella vecina, cinco años mayor que él, que jugará con sus sentimientos y le mandará mensajes contradictorios que no harán más que añadir aún más desasosiego a su inexperto corazón. Pasará del más intenso frenesí a la agonía más absoluta cuando se dé cuenta de que la joven también está enamorada y no precisamente de él...

Lo que en apariencia parece la simple narración del primer amor de un joven y todo lo que eso conlleva, tiene a su vez más de una lectura y un regusto de tristeza. Es una narración muy íntima al estar contada en primera persona y abrirnos de par en par su corazón. Y aunque es verdad que no hay muchas sorpresas porque el final se intuye desde casi el principio, no puedes dejar de leer. No me quiero aventurar a destriparos nada así que me paro aquí. Turguénev me ha enamorado y ha venido para quedarse 😉.