Padres e hijos

La historia de "Padres e hijos" gira en torno a dos jóvenes, Arkadi y Bazárov, que regresan a sus hogares tras tres años de ausencia durante los cuales completaron sus estudios universitarios. La acción se desarrolla principalmente en tres espacios: el hogar de la familia de Arkadi, los Kirsánov, que pertenecen a la burguesía terrateniente; la casa de la viuda Odintsova y su hermana Katia; y el hogar paterno de Bazárov.

El título de la novela hace alusión al conflicto generacional que se presenta en una Rusia que efectuaba una transición histórica del sistema de explotación feudal sostenido por la servidumbre, hacia una economía capitalista basada en el arrendamiento y el trabajo asalariado. En esa encrucijada encontramos dos personajes que tienen posiciones extremas, y que están desfasados con su tiempo: por un lado Pável Petróvich, el tío de Arkadi, un aristócrata snob y anglófilo, incapaz de ganarse la vida trabajando, que sostiene ante todo el honor como valor principal; y por otro, Bazárov, un naturalista escéptico y nihilista, que desconfía esencialmente de todo el mundo y no logra encontrarle un sentido a la existencia humana. Pável es una criatura del pasado señorial; Bazárov del futuro, el mundo de las guerras mundiales y las revoluciones violentas. Arkadi y su padre Nikolái Petróvich, en cambio, son conscientes de que deben tratar de integrarse a un mundo nuevo y cambiante, pero no queda claro si tienen las herramientas para conseguirlo: son bien intencionados, pero limitados por su falta de experiencia e incapaces de hablar el idioma de “los de abajo”.

Creo que el modelo virtuoso de terrateniente lo presenta Turguéniev en los padres de Bazárov: son considerados y amorosos con su hijo, sus invitados y sus empleados; Vasili tiene conocimientos de medicina y ciencia, pero los pone gratuitamente al servicio de los más necesitados, y puede hablar de igual a igual con sus mujiks, a quienes libera antes de que el gobierno lo ordene. Logra una prosperidad moderada, que le permite vivir satisfaciendo sus necesidades, pero sin grandes lujos. Creo que en este tipo de actitudes deposita Turguéniev la posibilidad de que Rusia pueda superar sus divisiones y lograr un sistema más justo.

El prólogo de mi edición señala algo llamativo: la novela fue rechazada por los críticos conservadores por ser demasiado apologética de las ideas revolucionarias, y por los críticos jóvenes y radicales por defender los ideales tradicionales. Si bien el mensaje de Turguéniev parece haber caído en saco roto, creo que eso indica su ecuanimidad, y el hecho de que no hay blancos y negros en la novela. Tanto Pável como Bazárov tienen rasgos admirables que nos hacen sentir empatía por ellos, pero Turguéniev muestra a la vez que sus discursos están llenos de fisuras. Una lectura muy recomendable.