Creemos que queremos respuestas. Pero lo que queremos en realidad son las respuestas correctas. Así es la naturaleza humana. Hacemos preguntas que esperamos que nos conduzcan a la verdad que queremos oír. El problema es que uno no puede elegir sus verdades. La verdad tiene la tozuda costumbre de ser simplemente la verdad. Nuestras opciones reales se reducen a creer en ella o no
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