El hombre de tiza

No hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado

Creemos que queremos respuestas. Pero lo que queremos en realidad son las respuestas correctas... ... Hacemos preguntas que esperamos que nos conduzcan a la verdad que queremos oír.

A mí la experiencia me ha enseñado que es mucho mejor coger tus miedos, meterlos en una caja, cerrarla bien, echar el candado y guardarla en el rincón más apartado y oscuro de tu mente.

Empecé a tomar conciencia de lo descuidadas que eran algunas personas; como si no se dieran cuenta de la importancia de aferrarse a las cosas a fin de no perderlas para siempre.

[...] la memoria funciona de un modo extraño, y la percepción del tiempo cambia con la edad. Tres días sofocantes seguidos para un crío son como un mes entero de sofoco para un adulto.

En ocasiones, el olvido es lo más misericordioso. Los recuerdos... quizá estos son los auténticos asesinos.

“Siempre me ha parecido que los hombre que se ponen zapatos sin calcetines tienen una pinta ridícula. Como si se hubieran vestido a la carrera, a oscuras y con resaca.”

Hay cosas en la vida que podemos alterar -nuestro peso, nuestro aspecto, incluso nuestro nombre-, pero hay otras que nos resulta imposible modificar, por más que lo deseemos, intentemos o nos empeñemos en ello. Esas son las cosas que nos definen. No las cosas que somos capaces de cambiar, sino las otras.

Siempre te he dicho que no debes arrepentirte de nada. Cuando tomas una decisión, lo haces por la razón que en ese momento te parece correcta. Incluso si más tarde resulta ser una decisión errónea, puedes superarlo y seguir adelante.

Presuponemos las cosas porque nos resulta más fácil, porque somos perezosos. Nos ahorra tener que pensar a fondo, por lo general en cosas que nos hacen sentir incómodos. Pero el no pensar puede desembocar en malentendidos y, en algunos casos, en tragedia.