Territorio de luz

Esta novela cuenta una historia triste, pero llena de luz. La protagonista es abandonada sin previo aviso por su marido, el cual no termina nunca de salir de su vida, pero que no quiere tampoco vivir con ella y con su hija. Este comportamiento egoísta por parte de su marido hace que ella no sienta el equilibrio mental necesario para ser feliz, pero intenta cada día sobrevivir. La situación que vive es difícil, pero el tiempo siempre es de gran ayuda.

Además, la protagonista tiene una niña pequeña, de casi tres años de edad, la cual depende totalmente de ella. La desaparición de su padre en su vida, las discusiones con su madre que presencia las pocas veces que aparece, y la inestabilidad emocional de esta pasan factura en la niña.

Me parece una gran obra sobre la salud mental, la transformación de las personas por situaciones difíciles en su vida, el cambio de sentimientos pero también de pensamientos que podemos tener todos a lo largo de la vida. El derecho de cualquiera a equivocarse y rectificar, de salirse del camino de vez en cuando, a no saber qué se quiere algunas veces. Me ha parecido una historia sencilla, pero a la vez con una profundidad maravillosa, en la que se puede ver el reflejo de la propia realidad.

Además, el juego de luces que va apareciendo en toda la novela me ha recordado a algunos libros de Haruki Murakami o Isabel Allende, al género de realismo mágico, sin llegar a la fantasía. Ese roce con lo fantástico, que a veces tiene explicación y otras simplemente pasa a un segundo plano, hace de conector entre distintos capítulos y crea una atmósfera mágica.

En definitiva, me ha parecido una buena lectura, un tanto costumbrista pero con algún punto de acción de vez en cuando. Me ha gustado el estilo de la autora, ya que aunque tiene cierto parecido al de otros autores, tiene una esencia propia que me gustaría volver a visitar en otra ocasión.

“Fujino era el padre de mi hija y mi marido, pero desde hacía más de un mes no sabía nada de mi vida; no tenía forma de conocerla y, aunque no ocurría gran cosa, yo no podía dejar de alimentar, dentro de esa calma, mi miedo a cada nuevo día”. ~ Territorio de luz de Yuko Tsushima.

Narrado en primera persona por la protagonista, Territorio de Luz es la historia de la mujer que narra y su hija pequeña. Tras separarse de su marido, tiene que hacer frente a su grave problema de falta de autoestima y ansiedad general por su día a día mientras enfrenta la crianza de su hija y su trabajo como bibliotecaria.

He tenido un grave problema con este libro y ha sido su protagonista. No he logrado entenderla, no he entendido su comportamiento, ni su forma de actuar, ni su actitud caprichosa. Y todo ello con el agravante de que es ella quien narra la historia. El libro está muy bien escrito y nos va haciendo una composición de la vida de la protagonista a través de capítulos cortos en los que hay saltos temporales. Mi problema, en este caso, es que no he podido empatizar ni medio segundo con la mujer y eso ha impedido que haya disfrutado de la historia.

No sé si es tema de la cultura japonesa pero me ha irritado sobremanera la dejación, los malos tratos físicos y psicológicos hacia su hija pequeña o su problema con el alcohol. Creo que el libro podría tratar la crianza y esas situaciones en las que nos hemos encontrado todas las madres al sentirnos sobrepasadas por las circunstancias de otra forma sin justificar, aunque sea de forma velada, esos comportamientos. Por eso esa nota baja porque la verdad que el libro está muy bien escrito.

Es de esos libros que llevan tanto en tu lista de pendientes que ya o recuerdas por qué los querías leer en primer lugar o en dónde te enteraste de su existencia. Y la verdad no esperaba nada de lo que me encontré en esta novela.
Al principio me estaba recordando muchísimo a las protagonistas de "Las Cosas por limpiar" de Netflix, solo que aquí la niña no es "la perfecta Maddie", y leer a esta niña que llora y quiere alejarse de su madre me recuerda que a todos nos afecta todo aunque nuestra humanidad personal nos obligue a vernos el propio ombligo una y otra vez, debemos ser intencionales en ver cómo les afectan las circunstancias a las érsonas que tenemos cerca. Parece obvio, pero no lo es tanto.
Fue dolororso leer sobre su relación, y pensaba qué haría yo si me encontrara en esa situación, siendo la madre, la hija o algún tercero viéndolo de cerca, y la verdad no tengo ni idea. La vida es muy difícil y no se resuelve sola. Ni siquiera haciendo todo perfecto nos aseguramos de que todos a nuestro al rededor se sientan bien. Pienso que el libro va más allá de la maternidad o sus retos, sino como todo sigue adelante aunque estemos cero capacitados para enfrentarlo. La verdad es un libro muy deprimente y cuando hablaba de la luz, justo era la luz, pero tampoco eso era La gran ayuda. A cada rato pensaba que alguien se suicidaría, digo no se si sería mi propia tendencia.
Pienso que todos en algún momento queremos dejar de lado las responsabilidades, pero hay una diferencia abismal entre dejar un proyecto sin terminar a abandonar a tu familia; cuando tienes a un humanito a tu cargo hay algo que te lo impide, y algo te impulsa a huir, supongo. me hace pensar en cuantas veces mis papás desearon seguir sentados en el metro antes de llegar a casa conmigo y con mi hermano.
No sabría cómo impedir que esta presión siga existiendo sobre los progenitores, estamos claros de que el no estar listos no es razón suficiente para desaparecer de la vida de tus hijos, pero debe haber algo más que quedarte y dedicarte a maltratarlos con algunos pequeños rayos de esperanza. O sea, neta, qué miedo.
Que miedo que nuestra sociedad se esté formando a través de mero aguante en nuestras fuerzas (que son pocas)

Territorio de luz fue publicado por primera vez entre 1978 y 1979 y recibió el prestigioso premio Noma para nuevos talentos. La autora, Yuko Tsushima, fue criada por su madre y a su vez fue madre soltera, experiencias que sin duda informan este penetrante y sensible retrato de una mujer separada que cría sola a su hija en el Japón de los años 70.

La protagonista de esta novela se está divorciando y se ve en la obligación de buscar un nuevo hogar para ella y su hija de tan solo dos años de edad. A lo largo de un año seguimos su íntimo y tenaz periplo por combatir la soledad y desenvolverse sola en la abrumadora ciudad de Tokio y en una sociedad que presiona y margina a las mujeres.

La luz, como ya anuncia el título, es omnipresente en una historia en la que simboliza la búsqueda de la felicidad y la capacidad de transformación. Territorio de luz es una novela delicada y tierna, en la que estilo poético y comentario social se dan la mano para regalarnos un poco más de claridad.
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La protagonista de "Territorio de Luz" ve como la vida que hasta entonces tenía empieza a desmoronarse. Su marido desea divorciarse, ha conocido a otra persona y esto provocará que ambos decidan mudarse por separados a otro lugar. Junto a su hija de dos años, se mudará a un piso que rápidamente atrapara a ambas, y es que esta vivienda está llena de luz. En cada rincón hay grandes ventanales que iluminan toda la estancia. Será en este lugar donde, durante todo un año, nuestra protagonista tratará de recuperarse del duelo provocado por la separación.

"Territorio de luz" fue publicado en 1979 y está basado en una época similar. Más de 40 años han pasado, pero las dificultades y problemas a los que la protagonista deberá enfrentarse al divorciarse en una sociedad machista que trata a la mujer como un ser indefenso y perdido sin un hombre, pero que por otra parte presiona a la mujer para que recaiga en ella el cuidado y manutención de los hijos, no han cambiando demasiado. La opresión que sufré la joven a través de todos estos personajes que la presionan para que recupere a su marido, pues sola no es nadie, es tan real que duele. La palabra impotencia se queda corta.

El libro nos presenta a una protagonista triste y deprimida, a la que desde chica le han enseñado que una mujer no es nada sin un hombre, pero que pese al vértigo inicial, descubre que empieza a sentirse bien consigo misma, se cree más válida, más independiente. Empieza a valorar no estar con su marido y poder empezar a decidir sobre su vida, pese a que todo el mundo quiera presionarla hacia la reconciliación. Digamos que después de casi treinta años de vida, por fin está empezando a conocerse a si misma.

Pero el libro no solo toca la opresión de la mujer en un sistema con unos roles tan marcados e injustos, también habla de un tema muy interesante, que no muchos libros suelen tocar de esta forma y que en lo personal me parece imprescindible: "Territorio de luz" desmitifica la maternidad. No todo es bonito, no todo es fácil ni sencillo. Y cuando todo depende solo de la madre, en un periodo de su vida donde no está bien mentalmente, todo se le hace cuesta arriba. Y puede equivocarse y tiene el derecho a hacerlo, porque las madres no son perfectas. Aún así, la sociedad la tilda de una madre de"dudoso" ejemplo, pese a ser ella la que sustenta a su hija. Nuevamente el machismo asomando la patita. Tan real que asquea.

En definitiva, "Territorio de luz" es una obra impecable, que habla sobre el duelo de una mujer que lucha por reconstruir su vida y buscar la identidad y la personalidad que un hombre había encerrado entre cuatro paredes. Tenía una expectativas altísimas con la hija del grandísimo escritor Osamu Dazai, y puedo decir bien alto que la hija es igual de buena que el padre. Curiosamente ambos tienen una visión de la sociedad y el ser humano bastante cruda y pesimista, cosa con la que coincido completamente. Espero que Impedimenta siga publicando la obra de esta gran autora.

«Y, a pesar de que era imposible mantener el equilibrio, descubrí que no me terminaba de caer. Más bien parecía estar echando raíces ahí mismo, esperando, terca, a que naciera un brote. Tenía la sensación de que había un bulto frágil, transparente y distorsionado frente a mí, al que solo mis ojos podían ver. Y le estaba tomado demasiado cariño a ese bulto inestable que me había sido otorgado [...]»

A pesar del título, en la obra de Tsushima no solo hay luz, también hay sombra, y se complementan como lo que son: las dos caras de una misma moneda. Esta es la historia de una mujer que debe empezar de cero después de que su marido haya decidido separarse de ella, que debe volver a construir una vida junto a su hija, encontrar un nuevo hogar, crear una nueva rutina. Y es entre tanta sombra cuando la narradora intenta buscar momentos de claridad, ventanas que dejen pasar los rayos del sol, reflejos en las calles de Tokio.

En Territorio de luz se recorren las fases del duelo posterior a una ruptura a través de una narración centrada en el día a día y un monólogo interior que de una forma u otra siempre acaba reconduciéndose a la muerte, a la ajena y también a la propia: la muerte de una cotidianidad, de una relación, de un antiguo yo.

Aparecen la culpa por no ser la mejor hija ni la mejor madre, el rencor por no entender qué ha pasado y toda una bola de sentimientos y pensamientos no dichos que va creciendo. Aparece, también, el cansancio de quien necesitando cuidados se encuentra en el papel de ser cuidadora, de quien necesita un tiempo y espacio propios y no lo tiene y de quien, además, es juzgada por todo ello. La maternidad que aquí se plantea no es idílica, sino que está llena de recriminación, dolor (también de amor). Y ya es hora. Ya es hora de hablar de otras formas de plantearnos la maternidad, el ser hijo, de dar espacio a las dudas, errores, miedos y culpas. A que no todo sea bello.

Lo que no está directamente tocado por la luz se baña en sombra. En ese camino a medias entre una y otra habla Tsushima.

«Tampoco estaba pidiendo mucho. ¿Cómo era posible que estirara el brazo, asustada y cautelosa, y no encontrara a nadie al otro lado?»

La luz y la oscuridad como símbolo de un proceso de reconstrucción personal.
Este libro recorre el primer año de una mujer a la que le cambia la vida de repente. Sin previo aviso y sin esperarlo su marido le dice que quiere separarse de ella, abocándola a una forzosa partida de su casa y vida en común y a la responsabilidad de hacerse cargo en solitario de su hija de dos años. Este hecho la llevará a una fase de transformación en el que se enfrentará a sus propios miedos e inseguridades, a la confusión que le produce esta situación, a la soledad, a la depresión, en un intento de reencontrarse a sí misma.

Ambientado en la gran y "solitaria" Tokyo de los años 70 nos muestra a una sociedad ajena a las dificultades de una madre soltera y llena de prejuicios y exigencias hacia ella. Una velada crítica social que, desde una experiencia personal, expone una realidad no tan inusual pero que quedaba escondida, en las sombras.

La narradora es la propia mujer, lo que nos permite vivir junto a ella, en primera persona, todo ese proceso de una forma muy íntima, acompañándola en sus altibajos, en sus contradicciones, en sus errores y aciertos, en esa búsqueda por encontrar la salida a algo que la supera en muchas ocasiones pero que también la lleva a un autoconocimiento y descubrimiento de sí misma y de su maternidad. Es una voz muy personal, sin adornos pero a la vez muy onírica y cargada de simbolismo. La luz es un elemento que la acompaña durante todo el relato, mezclándose con otros elementos como el agua, el fuego, la muerte y la oscuridad. La realidad se funde con sueños que rebelan emociones escondidas y que despiertan otras, formando una narración muy especial.

Me adentré en él un poco a ciegas, sin saber ni esperar mucho, y me ha encantado. Un libro diferente, para leer despacio, saboreándolo y dejándose llevar. Muy recomendable.

La luz es el elemento invisible que otorga calidez a nuestros recuerdos.

Cuando evocamos algún recuerdo feliz, la imagen se tiñe de esa tonalidad dorada y cálida, como si todo estuviera iluminado por el sol de verano.

Pero la luz no es solo decisiva para nuestros recuerdos, sino que también nos sirve como baremo para medir nuestro humor, para comprobar el valor de un inmueble o la belleza de un paisaje. Y en este caso, en el de «Territorio de luz», la luz es un personaje más: invisible y envolvente, con una presencia permanente.

También es el hilo conductor a través de los capítulos que conforman esta novela sobre las experiencias de una mujer que, abocada a un divorcio involuntario, se ve sola y criando como madre soltera a su hija de tres años, viviendo al margen de lo tradicional en la rígida sociedad japonesa de los años 70.

La luz, igual que la experiencia de la protagonista, no es una constante fija, sino que se va modulando a lo largo de los capítulos: nos encontramos con escenas de luz que bañan el reflejo del agua, y otras que en las que este elemento desaparece y la oscuridad llena con pesimismo y melancolía el ánimo de esta madre sin nombre.

Todo lo que esperaríamos de una obra de la literatura japonesa está en esta novela: con una escritura sencilla y elegante, Yuko Tsushima nos demuestra que no hay que caer en un lenguaje complejo para crear belleza con las palabras. Además de la luz, otros elementos naturales —como el agua, las dunas, el fuego— están presentes para dar estabilidad a los cambios que madre e hija sufren tras el abandono del padre.

A pesar de haber estado escrita a finales de los 70, el sentido y las palabras de Tsushima encajan en la actualidad, como uno de los perfiles de nuevas maternidades que se están empezando a normalizar ahora, pero que como vemos, ya vienen de hace tiempo. Tal vez los estigmas de una mujer separada o de una madre soltera no sean tantos o tan grandes como hace medio siglo, pero todavía queda un gran camino por recorrer para normalizar todos los modelos de maternidad y de no maternidad.

Leer esta historia ha sido toda una experiencia , a ratos desconcertante, inquietante, oscura y opresiva y a ratos esperanzadora y vital.

Conectar con el miedo, la soledad y la frustración de la protagonista ha supuesto un paso más en la vivencia de esta lectura.

Mujer japonesa, con una hija de dos años y un marido que no se responsabiliza. Luchar contra la realidad del divorcio para después liberarse y aceptar es un proceso duro pero muy bonito de la protagonista.

Una protagonista marcada por el dolor de la soledad, la culpabilidad, y la tristeza que la embriagan y que en momentos puede parecer que divaga, tal vez si, la mente humana intentando sobrevivir.

Porque la maternidad en soledad es supervivencia, la depresión de las madres es una realidad soterrada por el agradecimiento y la felicidad exigidas.

Lo recomiendo mucho.

De la mano de Tana Oshima que nos entrega una maravillosa traducción de la obra de Territorio de luz de Yuko Tsushima (Tokio, 1949 – 2016) nos sumergimos en una historia sobre las vicisitudes de la maternidad, soledad e incertidumbre en la vida de una mujer en trámite de divorcio del que ha sido su marido y su gran amor hasta ese momento. En un primer momento, la obra se dividió por entregas, un total de 12, siendo publicada en la revista mensual Gunzo de la editorial Kodansha, que también contaba con autores como Ōe Kenzaburō o Murakami Haruki. Estos doce capítulos, que representan un año de vida de la protagonista, se presentan como retazos que nos ayudan a comprender el conjunto, una vez terminada la novela. La transformación que sufrirá nuestra protagonista en su periplo vital junto a su hija de dos años. Ambientada en los años 70, la novela refleja muy bien los prejuicios típicos de la sociedad de la época hacia una mujer separada y que afronta sola la maternidad sin valerse de un hombre. Cada capítulo nos presenta pequeños hechos cotidianos, sin más trascendencia, como pueden ser travesuras de la niña, o quehaceres diarios, como ir a su trabajo en una biblioteca. Nuestra protagonista sin nombre es conocida por el apellido de su marido, Fujino, que por casualidades de la vida, el edificio donde encuentra un piso para comenzar su nueva vida de separada la dueña también recibe el nombre de Fujino. al entrar en su piso, la protagonista describe la luz que entra por las ventanas y que la embriaga, y es que, de hecho, la luz tendrá un componente muy importante en la obra, tanto a nivel físico, natural como metafórico. Tsushima jugará con el claroscuro en todo momento, entregándonos un personaje de luces y sombras, en definitiva real. Por momentos, se trata de una madre entregada, amorosa, y por otros presenta las dificultades de la crianza, la desesperación, la soledad y aislamiento.

La obra está escrita en primera persona, todo un acierto de la autora. A través de la mirada de la mujer vemos su rabia, impotencia, sus momentos de debilidad, pero también cómo se recompone y lucha por su futuro y su hija. Un retrato real y cercano, lejos de buscar la perfección en un personaje que se alejaría del mundo real. Territorio de luz obtuvo el premio Noma en el año 1978. No es para menos, su elegancia y su manera sutil de narrar, y el lento pero progresivo aprendizaje de la protagonista, es una delicia de lectura. Se trata de una obra que algunos tacharán de no contar nada, solo hechos cotidianos. No es así, apenas se mire atentamente se puede descubrir en frases cortas, descripciones o pensamientos, todo un mundo y reflexiones apenas ocultas a la vista. Como ya citábamos anteriormente, tenemos el rechazo de la época a las madres solteras, el papel de la maternidad, juego de la luz para describir situación y evolución de la protagonista, etc… La hija es la otra gran protagonista de esta historia, siendo en ocasiones la luz que mantiene viva a la madre, y en otras, siendo un estorbo pesado para su persona.

Otro elemento importante en la novela es la utilización de los espacios. Los apartamentos que usa la protagonista vienen a ser un trasunto de su personalidad en el momento de vida en el que se encuentran. También los sueños, ese mundo onírico que nos relata la protagonista: a poco que se haya leído con atención la obra, podremos intuir sus miedos e inseguridades.

En definitiva, Territorio de luz es una deliciosa novela de breve extensión de una gran autora japonesa que nos retrata el Tokio de los años 70 y las dificultades que igualmente tendría que enfrentarse una madre soltera en la actualidad. La novela no ha envejecido nada en ese aspecto. No se la pierdan.