La bofetada

En la línea provocativa de Herman Koch, lo supera ampliamente.

Nos enamoramos de algunos libros sin saber muy bien por qué, igual que nos ocurre con las personas (los desenamoramientos son más fáciles de explicar), libros que nos tocan, que nos llegan, que nos dicen mucho más de lo que literalmente leemos. Pues bien, este libro no es de esos, pero es una muy buena novela. Dice lo que dice, no hay más, pero dice mucho.

La bofetada que da título a la novela, propinada a un niño por un adulto que no es su padre, no es más que la excusa para hablar de muchas otras cosas, de un estado del mundo, del nuestro, el actual, el de los llamados países desarrollados, el de la inseguridad, el de la falta de valores claros, o la confusión de valores, el de la decadencia. Un mundo que puede estar en una de esas épocas de cambio importante que no sabemos dónde nos llevará y temiendo a donde nos puede llevar. Y no es un libro de tesis; se limita a plantear los problemas, no hay soluciones, no hay una toma de partido, no hay acusaciones, incluso es indulgente con nuestras debilidades, que no solo son fruto de este mundo nuestro de hoy sino que nos son consustanciales.

Hay libros que nos cautivan pero que no recomendaríamos a todo el mundo por entender que la satisfacción que nos ha proporcionado puede ser muy personal. Este no es de esos libros: mi recomendación es general y sin reservas.

En el transcurso de una parrillada un adulto abofetea a un niño de 4 años por el que resulta casi imposible sentir un rasgo de simpatía, al igual que por sus padres. A partir de allí el autor va diseccionando la vida de los asistentes: unos son griegos, otros indios, australianos blancos, aborígenes e ingleses; musulmanes, ortodoxos. A través del relato vamos descubriendo la intolerancia, la violencia conyugal, las infidelidades, las insatisfacciones de los personajes ¿cuándo la violencia contra un niño es permitida? ¿ cuáles son los límites de la amistad? Cuesta, cuesta adentrarse en la novela, más allá dela historias de los personajes, luego de la bofetada.