—Pero… ¿cómo espera que le salve la vida? —Ese es su trabajo, no el mío. Seguro que en su larga trayectoria como abogado criminalista ha superado algún obstáculo similar. ¿Nunca ha defendido a alguien que sospechaba que era culpable? Seguro que ha hecho más de una trampa o no podría pagarse esos trajes tan caros. Por cierto, lleva el mismo que ayer, no es bueno para su imagen. Por otro lado, ¿ha pensado si la pena de muerte no es lo que realmente merezco? —Estoy en contra de la pena de muerte por principios. —Yo no tengo principios. —¿Es usted satánico? —Eso contradiría mi afirmación anterior. |