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Crítica de AlhanaRhiverCross


AlhanaRhiverCross
29 May 2019
No es la primera vez que leo a Laura Tárraga ni será la última porque esta autora no hace más que sorprenderme con su increíble imaginación y su capacidad para distorsionar historias que tenemos preconcebidas en nuestra mente y darle una forma tan original que nos cuesta reconocerlas. En este caso, Entre vidas ni siquiera tiene una fácil clasificación en cuanto a género porque mezcla elementos históricos, de fantasía o paranormales (con algunos detalles extrasensoriales, más bien) y a la vez, es una de las historias más realistas que he podido leer en los últimos años.

La historia está narrada a dos tiempos intercalando los capítulos desde los puntos de vista de ambas protagonistas. Por una parte tenemos a Manuela, una joven de familia numerosa que entra a trabajar como camarera de habitaciones en el Hotel Vista Roja, en el que tiene que vivir apartada del pueblo y de sus seres queridos durante ese tiempo pero donde pronto conoce al resto de trabajadores y hace nuevas amistades. Para situar a Manuela en una línea temporal, su parte de la trama se desarrolla en una especie de años 40, con costumbres muy recatadas y un sentido de la responsabilidad muy acentuado, sobre todo en el tema de tener que ganar dinero en condiciones muy adversas y por los orígenes tan humildes que tienen todos los personajes secundarios que conocemos en su época. Por otro lado, unos años más tarde, como si estuviéramos en unos años 80 alternativos, Ela es una chica muy moderna, que asiste a sus clases y se interesa muchísimo por la Ecuménica, una conmemoración que trata de hacer que no se olviden los errores del pasado y las tragedias que destruyeron miles de vidas a cuenta de la guerra que asoló varios países unas décadas antes.

¿Os suena? Sí, es normal, porque Laura Tárraga se empeña en retratarnos la Historia real a través de su imaginación, versionando y eligiendo elementos reconocibles de nuestra realidad para insertarlos en sus historias alternativas, puesto que ninguno de los lugares ni personajes existieron pero como si hubieran existido porque la sensación de estar leyendo nuestro propio pasado, aunque el país de Ordeos sea ficticio, es continua desde la primera página. Ahora imaginad que en ese país inventado, dentro de un conjunto de estados también inventados, comienza a extenderse una ideología fascista en la que los artistas y el arte, en general, de cualquier tipo (dibujar, escribir, tocar un instrumento, pintar, componer…) son vistos como el germen de todos los males que deterioran a la sociedad y que son el motivo de por qué la economía y el progreso van mal porque, claro, los artistas son unos vagos que se pasan los días en busca de inspiración y cuando la encuentran no aportan nada productivo. ¿Veis por dónde van los tiros?

La premisa es aterradora y se sirve sola para que no queramos soltar el libro ya que los paralelismos con nuestra realidad histórica son el combustible que nos impulsa a acercarnos más y más al desastre cuando aparecen en escena los Nantes, pertenecientes al partido en el poder y que poco a poco van extendiendo su régimen totalitario sin que nadie haga nada ante las atrocidades que están a punto de cometer para imponer su ideología. Y por si fuera poco, hay otro gancho con el que la autora se asegura de que no nos vayamos a hacer otras cosas en nuestro tiempo libre que no sea leer su libro: Ela comienza a experimentar "visiones" sobre la vida de Manuela, que no solo se limitan al subconsciente sino que produce cambios reales en su propia vida hasta llegar al punto de no saber qué recuerdos y hechos son reales y cuáles pertenecen a esa otra chica que vivió décadas antes que ella en un misterioso hotel alejado en un monte perdido al que, por supuesto, Ela no duda en ir a investigar apuntándose a las labores de voluntariado para restaurarlo, también coincidiendo con la Ecuménica, el evento que la tiene obsesionada.

Por otra parte, en esta novela hay cabida para todo tipo de sentimientos, ya que las relaciones son la base fundamental de Entre vidas y no solo las conexiones que se establecen entre unos y otros personajes, que tanto por la parte de Manuela como por la de Ela, son bastantes los secundarios que llegamos a conocer y reconozco que muy bien incluso si solo aparecen de pasada. La idea de la familia y la importancia del respeto hacia los parientes más cercanos está presente de forma constante en todo libro (por ejemplo, el respeto casi reverencial que siente Ela hacia su abuela, y que empieza a perder por el hermetismo con el que la anciana trata todo lo relacionado con la obsesión de su nieta: el pasado; o el deber que siente Manuela hacia el resto de sus hermanas y que la lleva a intentar mantener un trabajo aun cuando la situación en el país se está volviendo insostenible). Incluso tenemos también algunas pinceladas si no de romance, sí de sentimentalismo a flor de piel en varios de los capítulos con una evidente química entre dos personajes aparentemente imposibles de reunir.

Por lo demás, si habéis tenido ocasión de leer anteriormente a Laura Tárraga sabréis que tiene un estilo pulcro en cuanto a la forma y lleno de sentimientos en cuanto al fondo. Su manera de escribir te atrapa sin que pueda explicar muy bien cómo, ya que no destaca por tener muchos diálogos ni tampoco largos párrafos descriptivos, así que supongo que su secreto está en un equilibrio muy bien conseguido entre interacciones de personajes, descripciones de lugares o escenarios, y pensamientos y emociones internos de cada narradora, de forma que el ritmo de lectura no decae en ningún momento. Además, también hay que prestar atención a los varios guiños que, como viene siendo habitual en esta autora, hay como referencias a otras novelas de Laura Tárraga. Por supuesto, el final se encarga de tocar la fibra sensible aunque te propongas permanecer como un témpano y la sensación de haber leído una pequeña joya literaria dura varias semanas después de terminar el libro.

Para resumir, una historia muy original cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia y sin embargo, sabemos que lo que pretende Laura Tárraga es hacernos reflexionar sobre el pasado y la importancia de no olvidar los errores. No dejo de asombrarme por la capacidad de esta autora para meterme dentro de sus creaciones, para emocionarme con sus personajes y para hacer de una trama en apariencia sencilla, una historia tan compleja en trasfondo y reflexiones como sutil a la hora de ejecutarla sin que nos demos cuenta. Así que aún no ha llegado el momento en que deje de recomendar leer esta o cualquiera de sus historias, pero si Entre vidas os llama la atención por la temática y las protagonistas os parecen interesantes, es una buena opción para comenzar a leer a esta prometedora autora.
Enlace: https://enmitiempolibro.blog..
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