Lady Anna

Si me hubieran preguntado, seguro que hubiera sabido decir al menos un libro escrito por los grandes autores británicos de la literatura victoriana (Dickens, Stocker, hermanas Brontë…), pero si hubiera tenido que enumerar alguno de Anthony Trollope, no se me hubiera ocurrido ninguno, así de injusta ha sido la historia con este autor.

Por suerte le he puesto remedio con esta brillante obra, “Lady Anna”, que me ha resultado de lo más entretenida y adictiva, y que está a la altura de muchas de las obras de los genios que acabo de nombrar.

Un libro que lleva como título el nombre de la protagonista, pero que es mucho más que la historia de esta joven; una trama llena de intriga, crítica y reflexiva, que no pierde el ritmo aunque se extienda un poco hablando de leyes y aspectos judiciales, y que gira de principio a fin en torno a un mismo tema, único y soberano, lo que utiliza Trollope para, lejos de aburrirnos, sorprendernos mostrando su maravillosa capacidad narrativa creando una historia completa, intensa y pasional, bien elaborada y compleja dentro de su aparente simplicidad.

Una narración realista, neutra, en la que deja al lector la responsabilidad de posicionarse, de juzgar a cada personaje según sus pensamientos o inclinaciones, y la de sacar conclusiones de esta trama tan dramática y a la vez esperanzadora, intensa y sorprendente.

Más allá de la trama y el desarrollo de la historia, que es fantástico, si algo me ha sorprendido ha sido el elenco tan maravilloso de personajes: partiendo de esta dulce y aparentemente sometida chica, perfecta protagonista a través de la cual plasmar la situación legal de la mujer del siglo XIX, continuando por la vertiente masculina del elenco y acabando por la, para mí, protagonista real de la historia, su madre, Josephine. Un personaje de lo más pasional y con una clara idea fija, complejo y visceral, que hace empequeñecer a todos los demás cada vez que sale a escena.

Un fantástico descubrimiento que no me cansaré de recomendar, pues “Lady Anna” ha sido mucho mejor de lo que pensaba, y Trollope mucho más brillante de lo que cabría esperar.