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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
30 March 2020
La de tiempo que llevaba El primo Henry guiñándome el ojo desde la estantería mientras yo me hacía la interesante... y eso que adoro a Anthony Trollope, pero en España se publica tan poquito suyo que voy racionando con paciencia lo que va saliendo. En cualquier caso ya era hora de que el flirteo llegase a su fin y de ponerse manos a la obra :)

Indefer Jones es un terrateniente ya anciano que vive feliz con su sobrina, Isabel Brodrick, la luz de sus ojos... pero Indefer tiene un problema: su testamento. Su propiedad, Llanfeare, ha ido pasando generación tras generación a un descendiente varón, pero más por tradición que por ley, puesto que no existe ninguna cláusula vinculante que obligue a ello. Y ahí reside el problema que trae por la calle de la amargura a Indefer desde hace años: si se deja llevar por el corazón, la propiedad debería pasar a Isabel, a la que no solo adora, sino que es conocida y muy querida por todos los arredentarios y sería la mejor dueña que Llanfeare podría tener... pero su cabeza le dice que, por tradición, la propiedad debería pasar al varón correspondiente en la línea de sucesión, Henry Jones, a quien no soporta y que cuando visita Llanfeare apenas muestra interés por las tierras y quienes las arrendan. Indefer Jones ha cambiado el testamento múltiples veces a lo largo de los años, y el último, el definitivo, lega en favor de Henry Jones y deja sin nada a Isabel (por múltiples razones que no vienen al caso)... pero ya en su lecho de muerte, dice unas últimas palabras que hacen pensar a Isabel que hay un testamento posterior, uno diferente redactado en su ausencia... un testamento sobre el que ella decide guardar silencio, que debe estar escondido en alguna parte y cuya localización seguramente solo conoce su primo Henry.

El primo Henry es una novela de personajes, no de trama, y eso es algo que debe tener muy claro quien se acerque a ella. El leitmotiv de la historia está claro desde el principio (un testamento perdido, un personaje que sabe dónde está escondido y duda sobre qué hacer con esa información, y otro personajes que sabe que existe ese testamento pero que por testarudez no lo dice), y a partir de ahí nos adentramos en las cabezas de los personajes y asistimos a sus idas y venidas, sus motivaciones, sus dudas, las decisiones que toman en consecuencia y las repercusiones de esas decisiones.

Por un lado tenemos Indefer Jones, la indecisión hecha persona, que no es capaz de plantarse en una postura y atenerse a ella. El pobre sufre mucho por estos quebraderos de cabeza, pero solo se puede culpar a sí mismo y a su carácter inseguro e irresoluto, porque nadie intenta influenciarle en un sentido u otro. En cualquier caso no me ensañaré con él porque sin todas esas vacilaciones no tendríamos libro. Luego tenemos al primo Henry que da título al libro. Henry es un cobarde temeroso que sufre el desprecio de todo el mundo en Llanfeare y alrededores; sabe dónde está el testamento, pero también sabe que si aparece se quedará sin herencia, y duda sobre qué hacer con él, si quedar como un héroe revelando su paradero o dejar que lo encuentren por sus propios miedos. Henry es tan insulso que ni siquiera es un malo redomado de estos que encienden al lector; no tiene malicia (si la tuviera haría las cosas de una manera totalmente distinta): simplemente es un pobre hombre, y actúa en consecuencia. Y luego tenemos a Isabel, sobrina del difunto Indefer Jones y prima del consabido Henry... Isabel sabe que hay otro testamento a su favor escondido en alguna parte de la finca, pero odia tanto a Henry, odia tanto la mera idea de obtener una sola libra gracias a él o a cualquier acto suyo, que prefiere renunciar a todo, cual mártir de la causa, antes que desvelar que sabe a ciencia cierta que hay otro testamento. Orgullosa, egoísta, tozuda y autoproclamada víctima, Isabel, por méritos propios, no cae mucho mejor que su primo.

Dicho todo esto resulta evidente que ninguno de los personajes principales logra que el lector empatice con ellos, pero eso no debe tomarse como algo malo; al contrario, a mí me ha parecido muy realista. La mente humana es muy complicada y los héroes y villanos absolutos no tienen cabida en esta historia. Ya sea, en el caso de Henry, por su cobardía y pusilanimidad, o en el caso de Isabel, porque va de mártir y se regodea en la sensación que eso le produce, lo cierto es que los dos podrían hacer las cosas muy diferentes y no las hacen, y el lector no puede evitar reprochárselo. Quizás (seguro) el personaje que mejor me ha caído es el abogado que se hace cargo del testamento, Apjohn, que tiene muy claro que hay otro posterior, que quiere encontrarlo porque está seguro de que será a favor de Isabel (y él quiere que Llanfeare sea de Isabel), así que se pone manos a la obra y actúa toda la novela en consecuencia como un terrier que no suelta su presa. Es el único personaje resolutivo y que actúa siempre con un fin (un fin que además es totalmente altruista, porque él no gana ni pierde nada en el asunto) y el lector se lo agradece en comparación con las actitudes de los otros dos (muy diferentes entre sí, en circunstancias muy diferentes también, pero ambas igualmente egoístas, vacilantes y timoratas).

Por cierto, que me ha resultado también muy llamativa la crítica nada velada que Trollope lanza contra los medios de comunicación y el poder que tienen para jugar con la vida de las personas sin miramientos ni remilgos. En la novela vemos como cierto periódico pone en circulación información no contrastada para apalear y hundir socialmente a un personaje. Que esa información sea verídica o no es lo de menos, lo importante es el uso que se hace de ese poder para manipular la opinión pública. Imaginaos lo que pensaría Trollope si tuviese una ventana desde la que observar una sociedad de la información como la nuestra, totalmente carente de escrúpulos, corrupta en algunos casos, amarillista en muchos, donde la información vuela en segundos a todo el planeta, sea cierta o no, manipulando las corrientes de opinión. Aporrearía la máquina de escribir hasta que se le cayesen los dedos.

El primo Henry es, en definitiva, un libro donde lo que importa, lo que se exprime y lo que se disecciona es la mente humana puesta a prueba ante una situación muy concreta y particular, y donde Trollope, que era un genio a la hora de otorgar individualidad y dimensionalidad a sus personajes, pone sobre la mesa la imperfección del género humano y todas sus carencias e imperfecciones. Unas veces entiendes las dudas y decisiones que toman los personajes; otras veces te enfadas con ellos por la forma tan particular que tienen de afrontarlo todo. El premio final es una historia tan bien escrita, con unas personalidades tan bien definidas y diferenciadas, que cuando el lector se pregunte diez años después de qué iba el libro y lo que ocurría en él, se acordará sin ninguna duda.

De Anthony Trollope tengo otro par de libros más sin leer en la estantería (Ojo por ojo y El mundo en que vivimos). Dejaré pasar otra vez un tiempo antes de ponerme con uno de ellos... pero tampoco mucho :)

Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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