La cabaña del fin del mundo

Pasada la última página del prímer libro que leí de Paul Tremblay me prometí seguir leyendo cada novela que se publicase en España. 'La cabaña del fin del mundo' se presenta como una obra de terror psicológico que pone entre las cuerdas al lector más campechano.

Wen y sus padres han alquilado una cabaña bastante bonita pero perdida y oculta en el bosque, muy cerca de la frontera con Canadá. Alli nadie les molestará. Sin visitas y sin vecinos pretenden pasar unos deliciosos días de verano. Lo último que esperan recibir es una inesperada visita. Un hombre enorme y corpulento llamado Leonard aparece para jugar y divertirse cogiendo saltamontes con Wen sin que sus padres lo sepan. Pero nada es lo que parece y pronto ese desconocido empieza a decir cosas raras.

La narración es contada desde varias ópticas. Primero es Wen quien abre el relato posicionando al lector en la historia pero pronto se abren varios puntos de vistas narrativos y son los distintos personajes los que van contando la historia desde su enfoque personal. Un juego de luces y so

Esta historia mantiene, sin duda, más vivo el interés de la truculenta narración que las anteriores novelas de Paul Tremblay. Si bien el tono violento está servido con situaciones límites y un final trágico, ha sido la historia que menos me ha convencido de este autor.

Sé que a veces las tramas de las novelas no se cierran tan bien como me gustaría pero parece ser el requisito indispensable de este autor. Un sello personal que ya reconocemos los asiduos lectores de sus novelas.

Para mí es inevitable estar en tensión con las novelas de este autor que devoro nada más caen en mis manos y exponencialmente el deseo de llegar al final para saber cómo se va a resolver la historia. Recuerdo leer todas sus novelas con avidez y ese regusto que me deja una vez terminada en la que no sé qué pensar de todo lo que he leído.

En esta ocasión, se trata de una historia un tanto desconcertante, distinta a las demás novelas que hasta hoy había leído. No es ni mucho menos tan trepidante ni tan adictiva y tampoco se puede considerar una novela de terror al uso pero sí que da miedo pensar que una historia de estas dimensiones y connotaciones éticas pudiera ocurrir a cualquiera de nosotros en una idílica acampada en una cabaña de verano.

Este autor es una apuesta segura y precisa. Seguiré leyéndolo.


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