A la democracia no ha llegado todo el mundo de la misma manera. Los hay que han llegado frescos, limpios, en magníficas barcas de salvamento. En cambio, otros han llegado derrotados, extenuados, como los náufragos, y algunos han llegado, devueltos por el mar, ya ahogados. Lo que no se puede decir ahora a los náufragos es que costeen de su dinero y de su dolor los cruceros de placer en los que han viajado tantos durante esos años.
|