MANIFIESTO REDNECK ROJO,EL: o cómo sacar a Dixie de la oscuridad

Hay libros que tienen la bendita gracia de poseer estas cualidades:

-Desmarcarse absolutamente de cualquier cosa leída en mucho tiempo.
-Ser valientes e incorrectos.
-Provocar un auténtico descacharre de risas sin echar a perder la importancia del tema.
-Ilustrar, enseñar, iluminar o llámese como uno guste al arte del descubrimiento.

Pues bien, esto es EL MANIFIESTO REDNECK ROJO de la editorial (si aún no la frecuentas estás fuera del universo literario que da gustico y placer) DIRTY WORKS

Al turrón: este manifiesto es la visión del sur profundo de los EEUU, en clave de humor salvaje, que consigue-a través del tono- ser más eficaz en transmitir el asunto que cualquier tostón serio, correcto y lleno de “ay no sé si esto se puede decir”.
Ellos lo dicen todo, para bien y para mal, y eso engancha. Está narrado por tres pirados sureños, que saben de lo que hablan. Dos se autodenominan ‘redneck' y el tercero ‘hillbilly'. Cómicos de carrera, de los buenos (olvidaos de esas moñadas de El club de la comedia).

Si aquí pensamos que el sur de EEUU es una señorita con lazo que sirve té helado bajo el magnolio (ojo, que yo tengo más lazos que pelos en la cabeza), o un desdentado que bebe cerveza en la mecedora de un porche roñoso con la escopeta en las rodillas tenemos mucho que explorar (no digo que no haya té, cerveza, porche y escopetas, que los hay ). Y me diréis: ¿Qué cojones me importan a mí los desdentados alcohólicos, fans de las armas y las pirulas del sur profundo? Pues debería importarte. Debería. Porque esa cuadrilla de millones de sureños, que son descartados como escoria social, o estereotipados hasta la caricatura, pintan y mucho en la elección de los presidentes norteamericanos, que fíjate tú, van luego e influyen aquí, al sur del Pirineo. Y porque hay un paralelismo que se puede establecer con muchas situaciones incomprensibles en nuestro propio país.

El libro explora al redneeck desde infinidad de puntos de vista. La comida, la música -este capítulo es grande, especialmente para los que pensábamos que esto acababa en Johnny Cash, Willie Nelson y Dolly Parton (cuánto me gustan)-, el capítulo del alcohol- dejando claro la nula gracia del alcoholismo - es un despiporre. Atención a la Iglesia, Jesucristo, los pastores y sus ovejas, ojo a por qué se agarran ahí como posesos, rednecks y otros que no lo son. Las alusiones a toda la sociedad modernilla, intelectualoide, veganoide, cultureta y con filosofía de folleto de centro de yoga que mira a los rednecks con estupor (si es que saben lo que quiere decir) es brutal, qué risas. El capítulo de las armas es revelador, aquí he de decir que sí , yo también admito que pegar tiros en el bosque molaría un huevo y me ahorraría muchos orfidales, el pum pum mola mucho, luego viene lo que no mola claro, y eso también está ahí. Las mujeres están, la familia está, las drogas están, este tema me dejó tocada, por la cochambre de la industria farmacéutica, el abandono absoluto de los adictos que han provocado y el destrozo social. No penséis que el libro llora, el libro espolea al redneck y da caña a todo el que está en el ajo, pero este tema me conmovió mucho.

Por no enrollarme más. Librazo imprescindible. Se lee del tirón. Te haces una lista en Apple Music de las de viaje largo por carretera. Los ojos se te abren algo más, o algo. Te tronchas, que para eso de las endorfinas es muy bueno. Eso sí, acabaré entrando en el jodido KFC a por un cubo de pollo frito, ya no puedo más. Y tiene un bonito color rojo navideño perfecto para vuestros regalillos, ahí lo dejo. Absténgase de leer este libro, eso sí , aquellas mujeres (u hombres) a las que les perturba que los tíos digan abiertamente : Nos gustan las tetas y la cerveza o la cerveza y las tetas. Porque parece que las tetas les gustan mucho, lo cual es un puntazo a la hora de perpetuar la especie.