La autopista Lincoln

“Empezar de cero no consiste simplemente en tener una nueva dirección en una nueva ciudad. No consiste en tener un nuevo empleo, ni un nuevo número de teléfono, ni siquiera un nuevo nombre. Para empezar de cero es necesario hacer borrón y cuenta nueva. Y eso significa pagar todo lo que debes y cobrar lo que te deben”. ~ La autopista Lincoln de Amor Towles.

¡Qué maravilla! Leer a Amor Towles está siendo una apuesta segura. Creo que me voy a leer todo lo que este autor publique por los restos. de momento llevo tres de tres y los he disfrutado uno a uno.

En este último libro, nos cuenta la historia de cuatro chicos. Por poner un protagonista principal diría que este es Emmet, un joven que finaliza su castigo en una especie de correccional pero que al volver a casa se encuentra con que su padre ha fallecido y ha de hacerse cargo de su hermano de ocho años, Billy –quizá el protagonista que me ha resultado menos creíble–.

Los dos hermanos descubren que su madre, desaparecida hace más de siete años, puede estar viva y deciden viajar a San Francisco para encontrarla. Todo parece ir bien hasta que se presentan, Willy y Duchess, dos amigos de Emmet del correccional, y el carácter poco previsible de Duchess –el personaje que no he entendido– condiciona el viaje de los dos hermanos.

Hay más personajes porque a lo largo del viaje van aflorando y os puedo asegurar que hay alguno muy odioso y alguno achuchable.

Cada capítulo está dedicado a un personaje y de la mano de cada uno de ellos vamos configurando la historia hasta el final. En el trasfondo, la importancia de la lectura en nuestras vidas para abrirnos caminos pero también para entender nuestra propia existencia. Y lo vano que es juzgar a los demás sobre todo cuando no sabemos las razones que los llevan a actuar de determinada manera porque en este libro ningún personaje viaja ligero de equipaje. “Si menospreciabas a alguien, afirmaba su padre, estabas dando por hecho que sabías tanto sobre su suerte, sus intenciones y su comportamiento público y privado que podías comparar su carácter con el tuyo sin temor a errar tu juicio”.

Os recomiendo subiros a ese Studebacker que aparece en la imagen de portada de este libro porque la forma en la que está narrada esta historia es fantástica.