La autopista Lincoln

Que algo sea nuevo no significa que sea mejor; y muchas veces significa que es peor.
Decir por favor y gracias es bastante anticuado. Casarse y tener hijos es anticuado. Las tradiciones, los medios por los que sabemos quiénes somos, también son anticuadas.

La sabiduría que el Señor no cree oportuno darnos en la hora de nuestro nacimiento, nos la proporciona mediante el regalo de la experiencia.

Deja que el camino salga a tu encuentro, dicen los irlandeses, y eso era lo que les sucedía a los viajeros intrépidos en la autopista Lincoln. El camino salía al encuentro de todos y cada uno de ellos, tanto si iban hacia el este, hacia el oeste o en círculos.

Creo que uno debe ganarse el respeto. Uno debe ganarse la confianza. Uno debe ganarse el amor de una mujer y el derecho a llamarse hombre a sí mismo. Y uno debería también ganarse el derecho a la esperanza.

A Emmet lo habían educado para no menospreciar a nadie. Si menospreciabas a alguien, afirmaba su padre, estabas dando por hecho que sabías tanto sobre su suerte, sus intenciones y su comportamiento público y privado que podías comparar su carácter con el tuyo sin temor a errar tu juicio.

Pero ante una tribulación compartida, se nos ofrece una oportunidad, una oportunidad única y preciosa, de estar unidos. No nos zafemos de lo que la providencia ha dejado a nuestros pies. Levantémonos como una bandera y desfilemos hacia la batalla, y dentro de muchos años, cuando volvamos la vista atrás, podremos decir que, pese a estar condenados a días de duro trabajo, lo afrontamos impertérritos y hombro con hombro. Nosotros, nuestro feliz y pequeño ejército, nuestra banda de hermanos.

Una de sus lecciones favoritas trataba sobre algo que ella llamaba las Cadenas de la Maldad. Niños, empezaba con tono maternal, a lo largo de la vida, habrá veces en que seréis malos con otros y veces en que otros serán malos con vosotros. Y esas maldades opuestas se convertirán en vuestras cadenas. El daño que les inflijáis a otros se atará a vosotros en forma de culpa, y el daño que los otros os hayan infligido lo hará en forma de ira. Las enseñanzas de Jesucristo nuestro Salvador sirven para liberaros de ambas. Para liberaros de vuestra culpa mediante la expiación y de vuestra ira mediante el perdón. Sólo cuando os hayáis liberado de estas dos cadenas podréis empezar a vivir la vida con amor en el corazón y serenidad en los pasos.

De alguna manera, el orgullo y la envidia también están relacionados con la inmovilidad. Porque así como el orgullo se basa en lo que has construido a tu alrededor, la envidia se basa en lo que tu vecino ha construido al otro lado de la calle

Empezar de cero no consiste simplemente en tener una nueva dirección en una nueva ciudad. No consiste en tener un nuevo empleo, ni un nuevo número de teléfono, ni siquiera un nuevo nombre. Para empezar de cero es necesario hacer borrón y cuenta nueva. Y eso significa pagar todo lo que debes y cobrar lo que te deben.

- La serie de acontecimientos que trae a algunos jóvenes a Salina no es más que el comienzo de un largo viaje por una vida sembrada de problemas. Son chicos a los que nadie enseñó el sentido del bien y del mal de pequeños y que ya no tienen ningún interés por aprender.