Sobre el papel, el Banco Mundial es una institución financiera creada para favorecer el desarrollo y mejorar las condiciones de vida de las poblaciones de los países que a él se acogen. Pero no es así: lejos de asumir esos objetivos, el Banco Mundial es un instrumento de subordinación de los países endeudados en relación con las potencias más industrializadas, con graves consecuencias a nivel humano y medioambiental.