Jazz

Las paradojas de la libertad.

Es Gabo el escritor de los inicios fabulosos, pero el inicio de Jazz de Toni Morrison es un de los mejores que leí, dice así:

“Sssst… yo conozco a esa mujer. Vivía rodeada de pájaros en la avenida Lenox. También conozco a su marido. Se encaprichado con una chiquilla de dieciocho años y le dio uno de esos arrebatos que te calan hasta lo más hondo y que a él le metió dentro tanta pena y tanta felicidad que mató a la muchacha de un tiro sólo para que aquel sentimiento no acabará nunca. Cuando la mujer, que se llama Violet, fue al entierro para ver a la chica y acuchillarle la cara sin vida, la derribaron al suelo y la expulsaron de la iglesia. Entonces echó a correr, en medio de toda la nieve, en cuanto estuvo de vuelta a su apartamento sacó los pájaros de las jaulas y les abrió las ventanas para que emprendiesen el vuelo o para que se hilarantes, incluido el loro, que decía: Te quiero.”

Me parece un inicio sincero y valiente, el lector desde el primer párrafo sabe de qué va la lectura y hace su elección de continuar o no de seguir leyendo y descubrir cómo sucedieron los hechos para llegar a este u otro desenlace.

El universo literario de Morrison está influenciado por el color de su piel y lo que este le hace a las personas que lo portan o lo enfrentan. Es el papel y el impacto del racismo en la sociedad estadounidense de los años 20' del siglo pasado. Pero, aún más las cuestiones de género entrecruzadas con las cuestiones de sociales. Raza, clase y género es el centro de su literatura.

Jazz nos revela las paradojas de la libertad, las consecuencias de nuestra elecciones. Son sus  personajes los que toman más decisiones dentro de su margen de libertad y los que pagan sus consecuencias. “Vive la vida, paga su precio.” La sociedad norteamericana era (y es hoy) racista, golpean algunas de las escenas. En el viaje en tren a la ciudad prometida, Nueva York, relata: “ahora que habían salido de Delaware y estaban muy lejos de Maryland no habría cortinas [en el coche comedor] de un verde venenoso que separase del resto de los comensales a la gente de color.”

Jazz es la imagen de esa libertad por la que los negros luchan, es su metáfora: “aquellas tonadas que apuntaban más debajo de la cintura, surgidas de las vibrantes teclas de los pianos y de los discos que giraban en las grasosas… una Ciudad rebosante de una música que suplicaba y exigía día si y día también: “Ven”, decía. “Ven y obra mal”.

“ella me preguntó: ¿Para qué sirve el mundo si tú no puedes componerlo como a ti te gusta?

-¿Cómo a mí me gusta?

-Claro que si. Como tu quieres que sea. ¿Acaso no quieres que sea algo más de lo que es?

-¿Y eso qué sentido tiene? Yo no puedo cambiarlo.

-Ahí precisamente está el sentido. Si tú no cambias no lo cambias, el mundo te cambiará a ti, y será culpa tuya porque lo has consentido. Yo lo consentí. Y arruiné mi vida.”

La recomiendo, que la disfruten.

Comentarios sobre Jazz de Toni Morrison y sobre @groovatomusic , una banda local de Medellín.
#reseña #reseñaliteraria #reseñamusical

Hablar de ritmos polivalentes, cadencias extrañas y armonías penetrantes remite, como primera imagen, a la música. Sin embargo, dichos adjetivos pueden ser aplicados a una novela que experimenta con ritmos, cadencias y armonías.

Jazz de la primer nobel negra norteamericana Toni Morrison experimenta todo el tiempo, como muestra, la primera línea que dice: "Sssssst", el sonido de la aguja que se posa sobre un disco de vinilo y cuyas palabras entonan la historia de Violet y Joe, dos negros que escapan en los años 20 a La Gran Ciudad en busca de oportunidades.

Ambos pensaban que escaparían de todos sus problemas, de la intolerancia de Virginia, del trabajo de esclavo; pero Joe la caga fuertemente: sin spoiler. Violet sufre, ella es el retrato de una mujer que no puede abandonar a Joe por las costumbres de la época. Es que ser mujer y negra en los años 20 es combinar el hambre y la necesidad (afectiva, material y demás).

La novela tiene un montón de juegos con el narrador. El inicio es en una segunda persona; pero tiene capítulos en primera y a veces hace cosas raras de la literatura contemporánea o del jazz contemporáneo combinando géneros (ritmos), armonías (tramas), personajes (licks)

El jazz, ahora como género, me encanta y humildemente, a quien no le guste por caótico, le regalo las mismas palabras que Voltaire le dijo al Marqués Albergati:
"Perdonemos a los sordos que despotrican contra la música". Es un género donde la experimentación se hace deber y al igual que la literatura, históricamente, ha sido un género masculino.

Pero tiene mujeres, algunas que sufrieron al igual que Violet, el peso de ser mujer en una sociedad machista.

Emily Remler fue una de ellas. Una gran guitarrista Jazz de la segunda mitad del s.XX. Una pequeña banda de Medellín la homenajeó y me regaló una de mis mejores experiencias musicales, tanto así que me motivó a escribir ésta reseña.

Todos los comentarios positivos que menciono sobre el libro de Morrison, los encontré en esa presentación.

Libro: 8.5/10
Banda: 9/10 la cerveza era cara

Dicen los donjuanes que la primera frase que se dice a una mujer es fundamental, que es capaz de marcar el éxito o el fracaso de la conquista. Pues bien, aunque no creo ser el primero con el que lo consigue, esta novela me ha enamorado con su primer párrafo:

“Sssst… yo conozco a esa mujer. Vivía rodeada de pájaros en la avenida Lenox. También conozco a su marido. Se encaprichó de una chiquilla de 18 años y le dio uno de esos arrebatos que te calan hasta lo más hondo y que a él le metió dentro tanta pena y tanta felicidad que mató a la muchacha de un tiro solo para que aquel sentimiento no acabara nunca. Cuando la mujer, que se llama Violet, fue al entierro para ver a la chica y acuchillarle la cara sin vida, la derribaron al suelo y la expulsaron de la iglesia. Entonces echó a correr, en medio de toda aquella nieve, y en cuanto estuvo de vuelta en su apartamento sacó a los pájaros de las jaulas y les abrió las ventanas para que emprendiesen el vuelo o para que se helaran, incluido el loro, que decía: “Te quiero”.”

(Leí por ahí que ese sssst que da inicio al texto es el ruido que hace la aguja en el disco antes del inicio de la música.)

Y no solo sus primeras frases, tampoco su “conversación” posterior le fue muy a la zaga. Desde el primer momento noté que a la novela le debía de estar cayendo muy bien porque era digno de encomio el esfuerzo que realizaba para gustarme y mantenerme a su lado. Yo me dejaba querer intentando disimular lo encantado que estaba, no fuera a ser que bajara su solicitud hacia mi persona.

Paseamos mucho por esa ciudad suya, me presentó a negros y a negras de interesantes a muy interesantes, me contó muchas historias tristes, alguna alegre y también brutales, me dejó entrever otras vidas, como cuando al pasar cerca de una ventana abierta oíamos voces, risas, lamentos, súplicas (pégame pero no me dejes) y música, mucha música de esa que me contó que la volvía consciente de la vida que tenía más abajo de la cintura, así como del rojo de sus labios...y estas cosas que me decía a veces me hacían pensar si no sería solo sexo lo que buscaba en mí, pero hasta esto le perdonaba cuando me susurraba al oído que era ridículo, delicioso y terrible.

En definitiva, qué les voy a decir, como otras parejas, tuvimos historias de celos, historias de gritos y besos, de azúcar y sal... aunque no sé qué pensará ella, porque, la verdad, yo nunca fui un amante ideal.

Publicada originalmente en 1992 y con el Harlem de los años veinte como escenario, desarrolla la historia de un abominable crimen pasional cuyo origen y consecuencias conforman la línea narrativa de la novela. Joe y Violet Trace, un matrimonio residente en Nueva York que tras emigrar desde Virginia en busca de una vida mejor se ve envuelto en un auténtico infierno después de que Joe asesine a su amante de manera vil y repugnante. Un suceso que acaba abocando a Violet a una espiral de celos y desesperación que desembocan en un acto despreciable. Una lectura absorbente y de gran calidad que no deja indiferente a nadie, que brilla por la talentosa pluma de su autora y la gran contextualización de la historia.

Una de las publicaciones que más he disfrutado este año gracias a la impresionante capacidad de Morrison para convertir el texto en imágenes visuales. Abre unas líneas de reflexión profundas sobre la libertad individual del ser humano, el papel que juega la pareja como institución en nuestras vidas, los conflictos raciales, las clases sociales, y la mujer como sujeto que siente, padece y lucha a diario contra la represión propia y social en un ambiente en plena efervescencia que comienza a despertar frente a las injusticias. Por todo esto resulta inevitable no hacer una lectura crítica y pormenorizada de la obra.

Un auténtico retrato de la sociedad estadounidense de principios del siglo XX que hay que leer sí o sí.
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