Los dos guerreros más poderosos con los que se puede contar son la paciencia y el tiempo.
|
Los dos guerreros más poderosos con los que se puede contar son la paciencia y el tiempo.
|
"Vive mientras te quede vida, es posible que mañana mueras."
|
No hay nada, nada seguro, fuera de la pequeñez de cuanto me es comprensible y la majestad de aquello que es incomprensible, pero que es lo más importante de todo.
|
En este mundo no se debe esperar recompensa por las buenas obras, no hay honor ni justicia. En este mundo uno debe ser astuto y malvado.
|
Sabe, querido, que el amor maternal tiene unos ojos que ven lo que otros no. Querido mío, usted es un joven adulto, bueno y razonable. Sabes que la chica es fuego y que un joven no puede ir a la casa...
|
Los primeros fríos, los primeros hielos otoñales habían llegado ya. Las heladas matinales endurecían la tierra bañada antes por la lluvia convirtiéndola en un cristal resbaladizo, peligroso. Los grupos de árboles, que a últimos de agosto parecían todavía islotes verdes entre los campos negros labrados y los tresnales, se habían convertido en doradas islas de un rojo vivo entre los sembrados de otoño, de verde primerizo. La liebre había casi cambiado el pelo; las zorras jóvenes comenzaban a dispersarse, y los lobos cachorros eran ya más altos que los perros. Era la mejor estación para la caza. |
Lo invadió un nuevo sentimiento, dulce y apacible, al ver a esas niñas; comprendió que existían intereses totalmente ajenos a él, pero tan humanos y legítimos como los suyos.
|
La razón principal de aquellas lágrimas era la contradicción terrible, vivamente sentida por él, entre su anhelo de algo infinitamente grande e indeterminado y la sensación de que él era un ser limitado y corpóreo, como también ella. Esa contradicción lo afligía y alegraba mientras la oía cantar.
|
Más tarde, cuando recordaba aquel desahogo de sinceridad inexplicable, no provocado, y que había de tener para él consecuencias tan importantes, Nikolái se imaginaba (como parece siempre a la gente) que todo había sucedido por casualidad.
|
Pero lo mismo aquellos que, según Pierre, comprendían el verdadero sentido de la vida —es decir, su propio sentimiento— como los infelices que, al parecer, no lo entendían, todos eran percibidos entonces por Pierre a la espléndida luz de su dicha, de manera que, sin el menor esfuerzo, veía inmediatamente lo que había de bueno y digno de amor en cada persona.
|
¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?