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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
17 July 2022
Cierro este libro con una única pregunta en la cabeza, sobre como ha sido posible que no lo haya leído hasta ahora. Ha sido necesario que Amazon vaya a sacar una serie (que solo puede ser un autentico bombazo o un autentico desastre. El termino medio no lo concibo) sobre la Segunda Edad de la Tierra Media para animarme a leerla. Y no entiendo como ha podido pasar esto por varias razones, y no solo porque me haya encantado, que también. Como generaciones de lectores, la saga de “El Señor de Los Anillos” y “El Hobbit” es muy importante y querida para mi en muchos niveles. Son algunos de los libros que más he releído en mi vida y por los que más cariño siento. de hecho, la idea inicial era superar el mono que me ha dado últimamente de Tolkien releyéndolos (que ocurrirá, dadme tiempo). Pero me sentía un poco culpable por no haber leído algún otro de los muchos libros que Tolkien escribió sobre su creación más conocida, La Tierra Media. Así que entre eso y lo de la serie fue que me anime a quitarme esa espinita literaria.

Al final la mejor forma de comprobar las cosas es por uno mismo. de “El Silmarillion” había oído y leído, tanto en reseñas por Internet como de gente que lo había leído, que era un libro muy aburrido, denso y pesado, plagado de nombres y de hechos en el cual era muy difícil ubicarte. Conozco más de uno ya más de dos que han sido incapaces de acabarlo. Y en cierto sentido puedo entender el porqué: no se trata de una novela de fantasía y acción propiamente dicha, sino de una crónica mítica e histórica que abarca miles de años y a centenares de personajes y de hechos. Un ejemplo más (seguramente él más paradigmático) de la genialidad y minuciosidad de Tolkien como creador de mundos en todas y cada una de sus vertientes. Poco puedo decir más al respecto que ya se haya dicho . Solo que lo que este hombre creo y como lo hizo paso a paso, sin dejar nada al azar, nunca dejara de maravillarme y sorprenderme. El trabajo de toda una vida nunca a justificado mejor la misma.

Todo empieza con una canción, la de Ilúvatar, por medio de la cual se crea Eä (el universo) y, con ella Arda (la tierra). Y el resto de historias y cuentos se encadenan como notas de una larga y hermosa canción que se da durante siglos. La canción de como la Tierra Media se convirtió en el escenario de las aventuras de Frodo, Gandalf, Aragorn y el resto de la Compañía del Anillo y demás personajes de ESDLA, punto al que termina por desembocar en su final. Y es más que eso. Es la canción de un mundo entero, y en ella tienen cabida todo tipo de notas y acordes. La lucha eterna de las fuerzas del bien contra el mal, de la luz contra la oscuridad; se alterna con historias sobre guerras y luchas, ambiciones, muerte, amores más fuertes que la muerte, amistades, perdidas, sagas familiares malditas, traiciones y heroísmo. Y todo esto tiene algo tanto de épico como de humano que logra conectar con el lector. Más allá de que las páginas de “El Silmarillion” estén pobladas de héroes, dioses, magos y elfos, hay en todos estos personajes y en sus vivencias algo profundamente reconocible y que forma parte de lo más hondo del bagaje humano y de su forma de ser.


Y es que la influencia de lo religioso y de la Biblia es innegable en este computo de leyendas al igual que la de otras mitologías como la nórdica. Pero creo que una de las cosas más interesantes en Tolkien es la forma en que, de alguna manera, humaniza a sus seres más poderosos. Sus errores o los pecados que cometen no se deben tanto a un error de cálculos o a que algo más poderoso que se interponga en sus planes (que también) como a la forma en que caen en algunos de los defectos más intrínsicamente humanos. Porque los dioses en Tolkien tienen sus propias personalidades, perfectamente diferenciadas de las del resto. Los elfos, a los que tan sabios y poderosos tenemos en nuestras cabezas, fácilmente podrían ser humanos, ya que se equivocan muchas veces y son presas del odio y las ambiciones humanas como cualquier otro de los terceros hijos. Y también son capaces de conocer el amor y la amistad, y de valorarlos en su justa medida. Los magos, enviados para proteger a la humanidad de la llegada de la oscuridad, pueden acabar siendo partícipes de la misma. Los héroes no son infalibles. Hay en todo esto algo más grande que todos estos personajes, un destino que les mueve a actuar y les supera, pero que aún así les de margen para ser ellos mismos, un libre albedrío que les hace profundamente cercanos para el lector.

En esto creo que también tiene mucho que ver el transfondo social, histórico y moral del propio Tolkien, del cual toda su obra es también deudora, bebiendo ampliamente de estas circunstancias. Nada del otro mundo, estos contextos influyen, para bien o para mal, en todos los escritores. La gracia está en ver en cómo lo hace. En el caso de Tolkien no solo vemos una historia que habla sobre la humanidad. También podemos comprobar la forma en que la Primera Guerra Mundial influyó en él, ya que de joven estuvo en el frente (Por cierto, hay un libro que habla de las experiencias en este conflicto junto a las de su amigo C. S. Lewis, creador de “Las Crónicas de Narnia”, y de como les influyo a ambos en sus celebres obras. Libro que tengo, desde hace mucho, ganas de leer también, como no). El sinsentido de la guerra y la capacidad inherente de las personas para realizarla a sangre fría, y para matar a sus semejantes es algo muy presente en todo este libro de una forma descorazonadora. Otro aspecto que también me ha parecido muy interesante es la preocupación del escritor por la ecología y el medio ambiente, la forma en que habla de cómo la industrialización y la falta de cuidado están destrozando los espacios naturales y la tierra. Ideas muy avanzadas para la época en que Tolkien vivió y que demuestran la gran sensibilidad y perspicacia de este autor.

Y como el universo y la humanidad, “El Silmarillion” es inabarcable en cuanto a la cantidad de temas y tipos de historia que tratan sus 24 historias. Quien lo lea encontrará que es un compendio en el que tienen cabida una gran cantidad de géneros. Encontramos desde la cosmología hasta la épica, pasando por la novela de aventuras e incluso la romántica. En este sentido tengo que decir que hay dos historias que me han gustado especialmente (aunque por supuesto todas las que he leído en este tomo me han encantado). Por un lado tenemos la de “Los hijos de Húrin “, que me ha recordado mucho a las grandes tragedias de la literatura griega (además que por causas obvias) por su sentido del destino, la tragedia y el pathos. Pero la palma es para la historia de “Beren y Lúthien”. No en pocas ocasiones había leído que era una de las más hermosas historias de amor que nos había legado en la literatura. Y ahora entiendo porque. Los hermanos Grimm cuentan el mito de Orfeo, protagonizado por una pareja de amantes prohibidos que se ponen el mundo por montera y desafían hasta la misma muerte por estar juntos. Es una historia desgarradoramente poética y que enternece. Tanto en contenido como por la forma en que está escrito me parece una de las cosas más preciosas que escribió Tolkien. No en vano, la relación entre la elfa y el humano está basada en su propia historia de amor con su esposa, Edith. de hecho, en las tumbas del matrimonio, bajo sus nombres y la fecha de su nacimiento y defunción aparecen los nombres de los amantes protagonistas. Un guiño de lo más entrañable que si ya me pareció encantador antes de leer este romance, ahora me lo parece infinitamente más.

El Silmarillion”, al igual que el resto de obras de Tolkien, no es un libro para leer con prisas. Y no solo por la forma de narrar de su autor, plácida y lenta, con ritmo pausado y recreándose en los detalles y en las descripciones. También porque en la obra se encadenan muchos episodios de todo tipo y condición, protagonizados por toda una horda de personajes de diferentes razas. Creo que nunca he agradecido más en mi vida que en la parte de atrás de un libro hubiera árboles genealógicos y listados de personajes, ya que me he pasado toda la lectura consultándolos. Y también la existencia de wikias hechas por los fans en las que se explicaba más detenidamente que era cada lugar, cada objeto o cual era la historia de cada uno de los personajes.

Y por supuesto, mención al estilo narrativo de Tolkien, que es muy delicado y meticuloso. La mejor forma para describirlo es como si este autor tuviera delante una lámpara hecha de cristales y dedicara todos sus esfuerzos a describir cada uno de sus cristales y la forma en que la luz juega con ellos, como son prismas de colores que van creándose en este baile, recreándose en cada uno de sus tonalidades y matices. O como si estuviera hablando de una hermosa cascada y cada uno de sus gotas de agua mereciera su plena y total atención. Hoy esto se ve perfectamente en los primeros capítulos, donde se crea la tierra y conocemos a los dioses. Están escritos con una belleza y una narrativa sin parangón, de una forma poéticamente sutil y preciosista que impacta y es imposible de definir de una manera que le haga justicia. Tanto énfasis en el detalle podría ser soporífero y pesado en cualquier otro autor. Pero en el caso de Tolkien la experiencia resulta de una belleza abrumadora y cantarina, otro motivo más para adorar esta lectura.

Tolkien fue un genial filólogo y escritor. Pero también fue un humanista y filosofo de primera. Todo esto desemboco en que su romanticismo innato se contrapusiera a la dureza del mundo en el que le toco vivir, del cual no podía escapar. Esta lucha interna se dió de la mano con su gran capacidad creadora para crear uno de los mundos y legados fantásticos y ficticios más hermosos y mejor construidos de toda la historia. Un mundo que a día de hoy sorprende, sobrecoge y enamora a partes iguales a todos sus lectores. Incluso aquellos que ya lo conocen de antes no pueden dejar de enamorarse de la Tierra Media cada vez que vuelven a Tolkien. Ahora tengo muchas ganas de seguir con este autor, especialmente de leer los libros a mayores sobre (como no) “Los hijos de Húrin “y “Beren y Lúthien”.

En lo que llevo de 2022 he dicho en varias reseñas que una lectura es de las mejores de lo que llevamos de año o, directamente, la mejor del año. Pero ya os digo desde aquí que a todas estas las ha superado “El Silmarillion”. Muy bueno tiene que ser lo que venga hasta diciembre para poder sobrepasarlo.
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