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Lo primero que me ha sorprendido es la distribución de la historia, la estructura: la primera mitad cuenta las peripecias de Aragorn y compañía, y la segunda las de Frodo y Sam. En mi opinión, sería mucho mejor mezclar capítulos de unos y otros (como en la peli). Se agilizaría muchísimo la lectura y no se dejaría un lapso de tiempo tan grande para saber qué ocurre con los personajes. Pese a lo que pensaba, me ha gustado más la parte de los hobbits, y mira que disfruto como un chavalín de las batallas, gestas y cosas épicas en general. De la primera parte destaco el momento en que Aragorn se sube al portón de Cuernavilla, en la batalla homónima (la del abismo de Helm en la peli), exponiéndose al ejército enemigo, para disuadirlo e incluso amenazarlo, él solito. Muy de jefazo esa escena. Legolas y Gimli se agradecen mucho porque, aunque ninguno es cómico como en la película, sí son más distendidos que el resto y aportan un aire fresco a la narración. De la segunda parte me quedo, sin duda, con Faramir, personaje que se muestra sabio, generoso, inteligente, paciente, mesurado, diligente y amigo de los animales y vida en general. Su parte es la mejor de todo el libro y los diálogos alcanzan un punto que no le he visto a Tolkien en ningún otro momento. También la escena de Ella-Laraña es genial: ese Sam poseído por la ira, la lealtad y la pura pasión más irracional, enfrentado a un monstruo centenario y casi demoníaco es brutalmente épico. Me ha gustado el libro, aunque esperaba algo más. No me ha parecido ni mucho menos increíble. |
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