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Crítica de Homolectus


Homolectus
22 March 2021
Naturalmente, cuando alguien me conoce más de cerca y descubre mi pasión por la obra de Tolkien la siguiente pregunta es: “pero ¿Qué tiene Tolkien?”, “¿Por qué él?”, “¿Por qué la goma por el hombre?”. Ante estas preguntas muchas veces formuladas nunca tuve una respuesta muy clara más allá de una pequeña sonrisa cómplice y un “porque me gusta” o un “porque me parece fascinante”; nada más. Tardé muchos años en descubrir la verdadera razón de esto tan hondo que siento por Tolkien y lo descubrí leyendo el libro por nosécualvez en la vida, justo antes de hacer esta reseña. El porqué de mi profunda admiración por la obra de Tolkien es hondo y radica en dos hechos: El tenor que tiene su obra no solo al beber de tantas fuentes mitológicas tan ricas, sino también por ser capaz de abrirse ante el lector de formas tan diferentes cuantas veces se lea. En serio que es una obra que múltiples filtros denotan la cosmovisión —muy consciente, sea dicho— con la que Tolkien se tomaba su trabajo de escribir.

La segunda razón, más personal, pero que quiero que quede de forma explícita en algún lado alguna vez en la vida es el hecho de que todas las veces que he creído que todo estaba perdido, cuando pensaba que no quedaba nada, la Tierra Media siempre ha venido a mí, ha hecho las veces de Última (o Primera) Morada en los momentos que lo he necesitado.

En síntesis, Tolkien es lo que es para mí porque siempre que lo leo descubro cosas nuevas bajo luces diferentes y porque me ha acompañado durante algo más de la mitad de mi vida. ¡Ese par de bobaditas!

Dicho esto, y dejando el sentimentalismo que nadie pidió de lado, entremos en tema. Para dar un resumen del libro no se me ocurre mejor idea que traer a colación el primero de todos los que se hayan escrito del libro, pues es el mejor y el que dio el impulso final que necesitaba el libro para ser publicado y paso a citar textual:

"Bilbo Bolsón era un hobbit que vivía en su cueva de hobbit y nunca salía en busca de aventuras, hasta que el mago Gandalf y sus enanos le convencieron de que fuese. Pasó momentos emocionantes luchando contra trasgos y wargos. Por fin llega a la montaña solitaria. Smaug, el dragón que la custodia, muere, y después de una batalla con los trasgos, el hobbit vuelve a su casa ¡rico!
Este libro, que tiene mapas, no necesita ilustraciones, es bueno y debería gustar a todos los chicos entre 5 y 9 años." (R. Unwing, 1936)


Para nadie es un secreto que El Hobbit tiene uno de los comienzos más memorables de la literatura, eso no lo digo yo; lo dice la web, y no solo en un artículo en la página 37 de Google, sino muchos otros que lo ubican en la lista de los mejores 37, 50, 20 y yo no sé cuántos más. Pero lejos de que muchos lectores seamos capaces de recitar al menos las dos primeras líneas del libro, el inicio del libro es un inicio contundente, memorable por los antecedentes que narra y lleno de datos sobre nuestros personajes que captan inmediatamente la atención del lector. Acá Tolkien no escatima en escupir todo lo que se le ocurre sobre los hobbits para presentarlos de la mejor manera y que no quede duda alguna sobre lo diferentes e interesantes que son, no solo a los ojos del lector, sino también a los ojos de los demás habitantes de la Tierra Media.

Claramente este es un libro escrito para niños, para unos en particular; y las evidencias de esto son dos elementos en particular: El narrador, que entra en escena cada tanto para recordarnos su presencia y hacer hincapié en hechos particulares del presente y del pasado —tanto próximo como remoto— de la historia. El narrador así resulta ser elemento que rompe la cuarta pared cada tanto con el fin de recordar donde está el lector y fungir como un cambio en el ritmo narrativo. Es curioso que esta técnica haya sido usada por Tolkien solo acá, pues para El Señor de los Anillos cambia por completo; pero de eso hablaremos más llegado el momento.

A la par del narrador flotante en la historia, los capítulos son otro elemento bastante distintivo del libro: Cada uno por separado son una aventura. Todos tienen un origen del conflicto, un punto cumbre y una solución del problema. Este es otro de los elementos que viene al libro desde el origen de la historia ya que, al ser originalmente una narración que Tolkien contaba a sus hijos durante el invierno, a manera de capítulos, cada uno de ellos debía tener en sí mismo un desarrollo histórico suficiente para mantenerlos cautivados con la historia ¡Cosa que logró con creces! Desde este punto de vista, El Hobbit es la colección de anécdotas del viaje que llevó a Bilbo desde su casa a Erebor, una colección de cuentos de cómo un hobbit vivió la aventura de su vida.

En medio de todo esto, el libro contiene poderosísimas descripciones de lugares, objetos y situaciones que evocan de manera impecable cada elemento que se quiere evocar. de estas hay un par que vale la pena leer varias veces y tomarse el tiempo justo para contemplarlas porque nada parece dicho sin ningún motivo, cada palabra es una pincelada muy bien pensada antes de posarse sobre el lienzo.

Ahora, si hablamos de personajes, Tolkien no se queda solo con decirnos las descripciones de cada uno de ellos —que también las hace muy bien—, Tolkien en esto se toma el trabajo muy en serio y de la mayoría de personajes nos presenta sus orígenes y procedencia. En este asunto Tolkien cava a lo más hondo para mostrar las raíces de cada uno de sus personajes; cosa que para algunos puede resultar como información innecesaria, pero que bajan la narración del plano fantástico y anclan los personajes a la realidad, todo ello gracias a su pasado familiar. ¿Será que a todas luces Tolkien sigue siendo para niños? O ¿El Hobbit sigue siendo un libro sobrevalorado?

No contento con esto, Tolkien procura acercar más los personajes al lector —creo que en este punto el lector se siente como el miembro número 15 de la Compañía— y cada tanto suelta elementos que procuran entablar una conexión con el mundo real. La comida es el más común de estos elementos y el que resulte más fácil de seguir para cualquier persona que lea el libro; así que no es un libro que sea bueno leer con hambre y lejos de la despensa. En esta categoría de elementos que conectan el libro con el mundo real entran las descripciones espaciales que hace Tolkien, a tal punto de dar direcciones precisas en el mapa ¡Esto es una pasada!; la anécdota de cómo un hobbit inventó el golf es otro de estos elementos, quizás el más curioso y el que lleva a preguntarse por un momento la verosimilitud de la narración.

Creo que sobra decir que el título hace referencia a Bilbo y este es el personaje más desarrollado de todos y el que experimenta una mayor evolución a lo largo de la novela. Cada vez brota más su vena Tuk aventurera, osada e ingeniosa; esta parece estar más cómoda cuanto más lejos se esté de Bolsón Cerrado; caso contrario el de su vena Bolsón, que añora con nostalgia su agujero y la vida llena de comodidad que su hogar le provee.

La iniciativa de Bilbo es mayor cada vez que sale en escena y le permite poco a poco tomar un papel más protagónico que el que tiene al comienzo de la aventura; esta le va a permitir dejar de ser un simple comisionado por parte de la Compañía cada vez que están en apuros para convertirse en merecedor del respeto de los enanos, algo que no dejan de recalcar cada vez que tienen ocasión. Bilbo llega a idear planes por sí solo, antes de ejecutarlos y dejar de improvisar sobre la marcha; esto es la cúspide de su desarrollo como personaje, pues el Bilbo que entra en Erebor —de forma épica y muy emocionante— es completamente diferente al que atiende a los enanos de mala gana en su casa al comienzo de la historia; parece que son dos personajes que comparten solo el nombre.

Pero todo no es mérito de Bilbo solo, el anillo —que luego será el detonante del heroico viaje que su sobrino Frodo tendrá hasta Mordor—, es parte fundamental en este asunto. Con él, Bilbo pierde cualquier asomo de duda que tenía y llega a enfrentarse a cosas que muy seguramente le hubieran hecho saltar del asiento si se encontrara en su hogar. Bilbo es el pequeño hobbit que con su actuar siempre en pro del bienestar de sus compañeros, es capaz de ganarse el respeto de reyes, de enanos, de hombres y de enanos; ellos siempre a su servicio, hasta el fin de los tiempos.

Del libro, hay tres capítulos que para mí son fundamentales y que exhiben muy bien el desarrollo de nuestro personaje principal: 1.Una tertulia inesperada, 5.Acertijos en las tinieblas y 9.Barriles de contrabando. Los motivos del porqué creo que son los más importantes ya los he mencionado en esta reseña; pero de nuevo y de forma conexa con la historia diré que el primero ubican al lector en la aventura y en lo que está por venir; el segundo de estos es el capítulo donde aparece el terrible Gollum y el capítulo en el cual Bilbo encuentra el anillo que tan útil será en lo que queda de la aventura de su familia; el tercero es un punto en el cual Bilbo demuestra su madurez y en vez de preferir abandonar a la Compañía, les sigue sus pasos, poniendo en peligro de nuevo su vida, para intentar rescatar a los enanos de su prisión; algo que logra con creces y con una fórmula que no lo considera a él como variable de esta, hasta último momento.

En El Hobbit hay algo que quizás pase desapercibido para los más pequeños de la casa, e incluso para los lectores más incautos y que es otra prueba —como si 1700 palabras después hiciera falta otra prueba— del ingenio que está detrás del papel y que firma el libro. Los juegos de palabras se asoman cada tanto y desde el comienzo del libro y van desde un simple enredo filológico sobre el significado del buenos días, pasan por los juegos lógicos de muchos y nadie, tiene su punto más icónico con el juego de acertijos entre Bilbo y Gollum, que termina con el acertijo más particular que se ha hecho en toda la historia hobbit y que llegan incluso a servir como herramienta para resumir la aventura que han vivido enanos y hobbit antes de llegar a Erebor; porque acá: el hobbit que fue arrebatado de la comodidad de su casa es capaz de recurrir a su ingenuo para con algo de artimaña y un nivel de abstracción bastante interesante, intentar intrincar los pensamientos de Smaug. Yo, personalmente, me quedo con este juego de acertijos como el mejor de todo el libro.

De Smaug, el dragón, hay algo que sobresale por encima de cualquier otro elemento —todos ellos bastante arquetípicos y de fácil rastreo en la literatura— y que contribuye a que este haya sido capaz de conservar su posición durante tantos años. Smaug sufre una transformación desde el hecho narrado por Thorin y los enanos más viejos de la Compañía, ser convierte en historia, en anécdota; y luego casi que en un mito; en una historia que nada más se cuenta para entretener a las nuevas generaciones de Ciudad del Lago, donde conforme con el pasar del tiempo y generaciones se ha perdido el miedo al dragón.

El Hobbit es una novela que Tolkien no pensó originalmente ni para que tuviera una continuación, ni para que encajara en su Legendarium, todo esto vino con el éxito que fue apenas se puso en las librerías en 1937; es por esto que procura dejar la menor cantidad de cabos sueltos y de que todo quede cerrado. No resulta extraño que, ante la inmediata comisión de parte de su editor de más historias sobre hobbits, su primera respuesta haya sido estar frente al papel en blanco por mucho tiempo.

Esto también se evidencia en algunos elementos que tienen una única mención en la obra de Tolkien y que extrañamente no tienen ese hondo cavar que lo caracteriza sobre el origen de las cosas. En esta categoría caben los gigantes de piedra, los hombres gusano y otra cantidad de asuntos que no tienen una explicación fuera del libro. Este asunto, que no es nada corto, quiero dejarlo acá hasta este punto, luego, quizás vuelva a él en otro espacio.

Pero bueno, como “no todo lo que reluce es oro” e intentando acudir a un poco de objetividad para escribir esta reseña sobre uno de los libros que abrazo con el alma cada tanto; hay cosas de este libro que no están del todo bien, o que por lo menos para mí opacan la obra.

El más evidente a vuelo de águila es Gandalf, que la mayoría de veces parece ser más una suerte de Deus ex machine para la Compañía, que cualquier otra cosa. Es un guía amañado, que aparece y desaparece al parecer según le convenga y para el cual la aventura no parece ser prioridad. Llega un punto donde uno sabe que tarde o temprano va a aparecer Gandalf para salvar el día y que todo siga en armonía. Creo que esto se debe al hecho de que, quizás, Tolkien aún ignoraba la realidad del personaje y sus verdaderas intenciones y motivaciones; algo que descubriremos mucho tiempo después, y hablo de después incluso de El Señor de los Anillos.

A la par de esto, está el hecho de que todo lo que se cuenta en la historia encaja de una forma que a veces resulta bastante inverosímil: Nuestros aventureros llegan a la morada de Elrond justo en una luna que es acorde con las runas escondidas del mapa de Thror, Bilbo encuentra la Piedra del Arca como si nada entre tanto tesoro y las fechas son demasiado beneficiosas para nuestros aventureros ¡Ojalá en la vida más cosas fueran así!

Hay algo que logré notar por primera vez durante esta lectura del libro y es cierta aspereza de Tolkien hacia los gobernantes por elección popular, una pena que sea de esos temas que tienen poco desarrollo acá y luego; pero es muy evidente el hecho por la forma en la que Bardo se refiere al gobernante de la Ciudad del Lago. Una muestra, de que todos somos hijos de nuestra época y país.

Tolkien no era un aparecido con ganas de ganar dinero a costa de sus libros, Tolkien era un académico a la vieja usanza que pasaba su tiempo libre inventando historias tanto para entretener a sus hijos, como para intentar reconstruir ese pasado mitológico que quizás Inglaterra tuvo en algún momento. El Hobbit es una novela en la cual confluyen muchas facetas de Tolkien y que resultan ser la puerta de entrada para su mundo, para su mitología; acá confluye su conocimiento profesional en lenguas y literatura, los pueblos y lugares imaginarios que ya tenía en su cabeza, su faceta como ilustrador, sus dotes de poeta —en el libro hay un total de 16 poemas y 8 acertijos—; y su sensibilidad del estilo y sencillez necesario para contar historias a los niños. Seguir creyendo que esto fue hecho a la ligera, que Tolkien no sabía lo que hacía o cualquier otra cosa del tipo a estas alturas del asunto es en realidad una muestra de lo corto de entendimiento que sea el que diga algo del tipo.

Mientras leía el libro descubrí varias cosas que quiero regalarles: Hobbit songs es una lista de reproducción de Spotify con música que se ha inspirado en la obra de Tolkien y que viene muy bien para acompañar la lectura del libro. The Hobbit & Lord of the Rings Film Music Collection es un álbum de la orquesta filarmónica de Praga en donde interpretan de forma increíble la música compuesta por Howard Shore para ambas trilogías y que me acompañó escribiendo esta reseña, también disponible en Spotify. Y por último, esta frase de otra grande de la literatura, que también admiraba mucho a Tolkien y que estoy seguro, comparte un lugar con él en Valinor, hablo de Ursula K. le Guin y que viene muy bien para terminar:

"La noción de que la fantasía es solo para los inmaduros surge de un malentendido obstinado tanto de la madurez como de la imaginación."


Yo he caminado la Tierra Media ya un par de veces, y espero que me falten muchas más veces por hacerlo. Espero no cansarme de hacerlo, porque todas las veces que lo he hecho he descubierto nuevas cosas que, a lo mejor, la vez anterior no estaban allí ante mis ojos; o quizás yo mismo olvidé como excusa para volver a andar por ella. Sea como sea, allí estaré para rato, porque en ella también voy a hombros de gigantes.
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