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Crítica de Homolectus


Homolectus
27 February 2020
Cada Navidad los hijos de J. R. R. Tolkien recibieron junto a los regalos de Navidad un par de cartas escritas por él mismo, por el Oso Polar o por uno de los elfos que habitan el Polo. La tradición creció conforme los cuatro hijos del matrimonio también lo hacían y la situación en el mundo cambiaba para convertirse en algo para lo que ni siquiera Papá Noel estaba preparado.

Al igual que todos los padres en el mundo, Tolkien dedicó bastante tiempo para hacer de la Navidad un momento alegre para sus hijos. Sin embargo, a diferencia de otros padres, Tolkien resultó construyendo por medio de sus cartas navideñas todo un mundo con habitantes, lenguas, historia legendaria, guerras y batallas. Un hecho bastante particular, pero muy interesante y muy característico de él.

Con una caligrafía que parece más patas de araña por los años y por el frío en el Polo que tiene que soportar Papá Noel, con otra estilizada y refinada del elfo Ilbereth, el secretario personal de Papá Noel y con otra tosca, muy rúnica y con errores ortográficos propios de alguien que apenas está aprendiendo a escribir del Oso Polar; Tolkien cuenta las historias que pasan a lo largo de los años durante la temporada previa a la Navidad en el Polo Norte y de cómo la actualidad del resto del mundo va afectando también las actividades de Papá Noel.

Para contar todas estas historias Tolkien pone elfos en el Polo Norte. Pero a pesar del hecho de que estos son duendes diminutos y alegres con sombreros puntiagudos (muy lejos de los de El Señor de los Anillos) pertenecen a diferentes familias: elfos de nieve, elfos rojos o gnomos, elfos verdes, no muy diferentes de los altos elfos, elfos silvanos y otros del Legendarium.

Algunos de los elfos navideños eran guerreros feroces, que daban a los duendes malvados una buena batalla para sacarlos del Polo. de hecho, los goblins mismos son precursores de los Goblins en The Hobbit, y más tarde los Orcos. Viven bajo tierra, les gusta hacer túneles y son una amenaza permanente para la Navidad.

Al mismo tiempo, Tolkien expande considerablemente la mitología navideña. El mejor amigo de Papá Noel es el Oso Polar, cuyas divertidas travesuras son el foco de las primeras cartas. Más tarde, sus sobrinos, Paksu y Valkotukka (palabras finesas para "gordo" y "cabello blanco") proporcionan un alivio cómico adicional y muestran el amor de Tolkien por el idioma que influyó en uno de sus propios idiomas inventados, el quenya, hablado por los elfos de Tierra Media.

También se agregan una serie de mitos "etiológicos" que "explican" las cosas que suceden en el mundo real de los niños de Tolkien. de modo que los chocolates partidos pueden explicarse por el Oso Polar aplastándolos, y una luz brillante en el cielo nocturno seguramente es una visión del gigantesco árbol de Navidad en el Polo Norte.

Un mundo donde Papá Noel aparentemente tiene un grifo en su sótano que "enciende" la aurora boreal; donde hay arte rupestre de hombres primitivos en las cuevas de duendes, que incluyen representaciones de mamuts y renos; y niños de la nieve que son invitados a las fiestas en la casa de Papá Noel y con idiomas propios que recuerdan al propio quenya. Un mundo completamente vivo creado para sus hijos. Una saga navideña que lleva impreso también el amor del padre por sus hijos.

La última carta si bien está enmarcada en este mundo, no deja de ser un poco triste: es la despedida de Papá Noel de los Tolkien, esperando que vengan mejores tiempos y que pronto los vuelva a ver a todos en sus casas y con sus hijos para, quizás; seguir contándoles sus historias. Una carta triste que refleja el sentimiento común en toda Europa durante los primeros años de la década de los 40's del siglo pasado, una falta de esperanza y un futuro incierto para todos los seres queridos.

Este libro es el compendio de más de 20 años de cartas recibidas por los Tolkien desde el Polo Norte, el libro viene acompañado de una reproducción de cada uno de los textos y los dibujos que acompañan año a año las historias que cuenta Papá Noel en sus cartas. Una edición muy bien cuidada por parte de la editorial para mostrar el gran tesoro que son estas piezas.

Un libro que es digno de repasar a cada tanto sin importar la época del año. Un libro que, sin serlo en sus inicios —pues fue editado en este formato luego de la muerte del Profesor— es otro ejemplo de la capacidad imaginativa de él y de lo serio que se tomaba cualquier asunto que se le cruzaba en el camino.

De esta nueva edición, con nueva traducción a bordo —hecha de nuevo por M. Simonson— tuve noticias de primera mano en septiembre pasado; un hecho que me alegró bastante pues es uno de los libros de Tolkien de la vieja escuela que ya era casi imposibles de conseguir. Es muy grato saber que aún Minotauro sigue cuidando la imagen de Tolkien y dando lo mejor que tengan para que sus obras sigan vivas en español por más años.

Este año leí el libro como parte de un 'reto' para leer una carta por día antes de la navidad e ir compartiendo la lectura de este en Twitter. Ha sido una experiencia muy chévere, porque he descubierto nuevos datos, conocido nueva gente, leído diferentes puntos de vista sobre la misma lectura y sobretodo compartido esta gran pasión por Tolkien.
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