Beowulf

No hay excusa que valga para no leerlo. Las ediciones anotadas y con introducción pueden llegar a ayudar muchísimo a la hora de enfrentar un texto medieval (se cree que fue compuesto en el año 750), tan lejano a los que circulan ahora. La reseña será muy breve porque no tiene sentido sacarle la gracia contando qué me pareció punto por punto. El texto es corto.

Beowulf es el sobrino del rey Híglak de los gautas (habitantes del sur de Suecia, en otros tiempos). Se entera de que una criatura asedia el castillo del rey danés, Ródgar, desde hace doce años. Elige a sus mejores hombres y se presenta ante el rey para ofrecerle su ayuda, ya que está convencido de que podrá vencer al monstruo. Este es el puntapié inicial de las aventuras de ese hombre de fuerza (y confianza) extraordinaria, que suena muy similar a otros héroes épicos pero que marca sus diferencias con los recorridos.

Beowulf es muy entretenido pero baja la intensidad cuando incluye los relatos de hechos pasados. Son importantes para terminar de entender el contexto y seguramente el recitado se soporta mejor, pero no me pude sentir cómoda al leerlo. No encontré otra cosa para objetar, porque la verdad es que los textos de esta índole me gustan mucho, a pesar de que nunca puedo afirmar si los internalicé del todo. Hay monstruos, viajes, tesoros y hazañas imposibles que hacen de esto una verdadera aventura. Es muy interesante el entrecruce entre lo cristiano y lo pagano en esa época y en las valoraciones que se hacen de los monstruos que enfrentan a Beowulf. Realmente merece más atención, aunque sé que tiene el sello de “difícil y aburrido” muy marcado.