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Maria Isabel Butler de Foley (Traductor)
ISBN : 8435009521
448 páginas
Editorial: Edhasa (01/03/2006)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 1 calificaciones)
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Guille63
 25 March 2023
“Los ídolos no hay que tocarlos: se queda el dorado en las manos” , decía Flaubert, algo muy a tener en cuenta por todos aquellos admiradores de la obra de Henry James que puedan llegar a sentirse dolidos por el enfoque elegido aquí por Tóibín (espero que sean pocos los pobres de espíritu que se molesten por las claras referencias a su homosexualidad). Siempre pueden tomarse la lectura como si de una obra de ficción se tratara.

Desde esa perspectiva, la novela plantea algunas preguntas interesantes: ¿son los sentimientos, las relaciones, los compromisos origen de desdicha más que causa de felicidad? ¿Pueden ser incluso un estorbo? ¿Se pueden realmente reprimir los sentimientos? ¿De poderse, es conveniente, una vida tiene sentido sin ellos? El planteamiento que hace Toibin sobre estas preguntas tomando a Henry James como punto de referencia me ha parecido más que afortunado.

- ¿Supiste siempre que escribirías todos estos libros?
- Sé siempre la frase siguiente —contestó Henry— y a menudo la historia siguiente, y tomo notas para las novelas.
- Pero ¿no lo planeaste todo de una vez? ¿Dijiste: esto es lo que quiero hacer con mi vida?

Cuando había hecho la segunda pregunta, Henry le había dado la espalda y estaba mirando hacia la ventana, sin saber, por qué sus ojos estaban arrasados en lágrimas.

Esta cita sugiere una posible respuesta a alguna de estas cuestiones, pero empecemos por el principio. La novela sitúa a su protagonista en 1895, año en el que asiste al estreno en Londres de su obra teatral Guy Domville, un fracasado intento de relanzar su carrera literaria que no vivía sus mejores momentos. James tiene 52 años, se siente viejo y con la necesidad de hacer balance de su vida, de sus decisiones, sus logros y sus pérdidas. Para ello tendrá que enfrentar aquello a lo que decidió consagrar su vida, la literatura, con las renuncias que con tal fin creyó que debía hacer, con su alejamiento, muchas veces cruel, de aquellos que le querían y requerían, con su retiro del mundo y de los problemas de su época.

Henry James, o, si se quiere, un posible Henry James, eligió no sentir, no involucrarse, no comprometerse, mantenerse al margen y mirar el mundo desde su mullido sillón primorosamente elegido y decorado. Escribir era su gran talento, a lo que debía rendir pleitesía, y la búsqueda de un estilo literario el objetivo irrenunciable. le satisfacía el prestigio que su maestría le acarreaba, la aceptación general, las puertas abiertas a las mejores casas. Nada debía romper su deseo de seguridad y estabilidad, nada podía interponerse entre él y su arte.

“No quería tener a su lado a su prima inválida. Aunque hubiera estado bien, Henry no estaba seguro de que su compañía, tan llena de deliberado encanto y curiosidad, le resultara agradable. Él necesitaba entonces observar la vida, o imaginarse el mundo a través de sus propios ojos. Si Minny hubiera estado allí, lo habría hecho a través de los de ella.”

Evitó el amor y el sexo, se evadió de amistades profundas, mantuvo distancias familiares, buscó la invisibilidad, y, estando siempre dispuesto a escuchar, nunca reveló sus sentimientos ni sus más profundas convicciones. Negó ayudas, alguna con consecuencias dramáticas, se inhibió en cuestiones políticas y morales, eludió la guerra. Realmente consiguió vivir una vida cómoda y sin grandes molestias. Pero, ¿en verdad vivió? .

“Estoy pensando en un hombre que durante toda su vida cree que le va a pasar algo terrible —explicó Henry—. le cuenta a una mujer esta desconocida catástrofe y ella llega a ser su mejor amiga, pero lo que él no ve es que su incapacidad de creer en ella, su propia frialdad, es precisamente la catástrofe, ha llegado ya, ha vivido dentro de él toda la vida.” (Hablando de la idea para una posible novela que perfectamente pudiera ser La bestia en la Jungla).

Esta podría ser la tesis de la novela de Tóibín, y sin embargo hay suficientes detalles para pensar que esto no es todo, que se puede dar al tema una última vuelta de tuerca, que quizás no fuera este el caso de Henry James –descubrir al final que su vida había estado vacía y que nada podía compensarlo-, que todavía puede ser más inquietante pensar que a pesar de todo Henry James fue feliz.

“En este cementerio, por el que caminaron una vez más, sintió, como nunca hasta entonces, que el estado de no saber y no sentir propio de los muertos era lo más cercano a la felicidad total.”

Dada su gran reserva, no es extraño que Henry James admirara en las personas su capacidad para descifrar lo que no se decía. de hecho, esa querencia se muestra también en el estilo de sus novelas y es también una de las características principales de la novela de Tóibín.

“Se dio cuenta ahora de que esa situación la había descrito en sus libros una y otra vez: figuras vistas desde una ventana o una puerta, un gesto casual que sugería una relación mucho más importante, algo escondido y súbitamente revelado.”

Esta sutileza en la exploración de los rincones más reservados de la psique del escritor norteamericano, el gusto por lo implícito, por el detalle revelador, por la frase sentenciadora, por los gestos que hay debajo de los gestos, por las conversaciones que corren por debajo de las conversaciones, es lo que hace grande a esta novela y, al mismo tiempo, posiblemente aquello que no me ha dejado ir más allá de la anécdota intrascendente en algunos pasajes. Esto justificaría la falta de una quinta estrella en mi calificación, como también el que mi poco conocimiento de la obra de Henry James me haya permitido disfrutar de los muchos comentarios, quizás demasiados, acerca de la génesis de muchas de sus novelas, de las inspiraciones que las generaron, de los propósitos que las sustentaron, aunque sí ha servido para prevenirme de lo alarmante que es tener cerca a un escritor que pueda tomarnos como modelo para algún personaje de sus novelas o, lo que es mucho peor, pueda señalarnos lo insustancial de nuestras vidas al no sacarnos en ninguna de ellas.
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