Quería castigarme a mí misma, recordarme que eso era, con toda probabilidad, demasiado bonito para ser verdad, pero el modo en que me levantó la cara con ambas manos en mis mejillas para besarme, hizo que me olvidase de todas las dudas que me atenazaban. Él tenía ese poder. Y eso me aterraba y me electrizaba al mismo tiempo.
|