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Crítica de LAKY


LAKY
28 April 2021
Lastoschka es una niña moldava a la que la anciana Tamara Pavlovna adopta Lastochka fue abandonada al nacer en un orfanato y las condiciones en el mismo, en pleno comunismo, eran terribles. Pero la vida que le espera con Tamara Pavlovna no es demasiado mejor. La anciana la ha adoptado, más que por una cuestión humanitaria, porque necesita ayuda. Así, desde niña, le enseña su “oficio”: la recogida de botellas usadas para limpiarlas y vendérselas a los borrachos.

La novela está escrita a modo de carta que Lastoschka dirige a sus inexistentes padres aunque la verdad es que más parece una especie de diario o unas memorias de una protagonista ya adulta. Debido a esta estructura, está escrita en primera persona y hay ocasiones en las que la protagonista se dirige directamente a quienes espera sean los receptores de sus cuitas: sus padres.

No es una novela de fácil lectura; al menos, hasta que le coges el truco. Está dividida en muchísimos capítulos de cortísima extensión: en concreto, son ciento sesenta y siete capítulos nada más y nada menos. La mayoría no tienen más de dos hojas, muchos de ellos tan sólo una. A través de ellos, la protagonista va desgranando sus recuerdos desde que Tamara Pavlovna la adoptó hasta que, más o menos, empezó a estudiar en la Universidad. Nos cuenta las cosas de manera un tanto errática: de forma lineal pero según se va acordando, acercándose y alejándose de lo que quiere decir y dando cosas por sobreentendidas. al principio no entiendes demasiado, la verdad. Entre otras cosas porque, al menos yo, no conocía apenas nada de la situación de Moldavia, de Rumanía y de las repúblicas socialistas soviéticas que formaban parte de la extinta URSS. Y, sin duda, no tenía ni idea de los problemas con el idioma, el impuesto y el inventado. Cuando nació Lastoschka (y la autora), Moldavia pertenecía a la URSS y su identidad cultural y lingüística había sido absorbida por lo ruso. Por eso Tamara Pavlovna quiere que la niña hable en ruso (cada día le obligaba a aprender siete palabras en ruso y, si se equivocaba, le daba con el dedo en la frente). Por eso quería que fuese a la escuela rusa y no a la moldava. Por eso Lastoschka aprendió ruso y empezó a hacerlo todo en ruso, incluso soñar; y por eso, cuando la URSS se disgregó y los diferentes países fueron consiguiendo la independencia y recuperando su cultura anterior al comunismo, la niña se enfrentó a un idioma y a un país que ya no reconocía como suyos.

No nos habla la autora de la situación política del país, tampoco de la social. al menos, no directamente. Como todo en esta novela, las cosas se van diciendo poco a poco, muchas veces de refilón. La autora y la protagonista en su nombre dicen tanto como callan y es poco a poco que el lector se va dando cuenta de la profundidad de la historia, de lo que está pasando en ese país, en esa ciudad de Chisinau, en ese patio de vecinos y en la casa donde vive Lastoschka.

La novela habla de miseria y de violencia. Eran otros tiempos y la vida resultaba muy dura. Y más para una niña huérfana que debía trabajar duramente y que mendigaba un poco de afecto. Nos habla de sus amigos y vecinos, los que vivían en las casas que van a dar al patio de vecinos donde hacían vida comunal. Unas vidas tan miserables como la suya propia, cada uno de ellos con su pesada mochila a cuesta. Tampoco la vida de sus compañeros de colegio es mejor: vivían en un mundo en el que los padres pegaban a sus hijos, en el que los profesores enseñaban con mano dura y nadie era capaz de hacer las cosas de otra forma. En ese mundo tan miserable, la protagonista crece con dos sueños: saber por qué sus padres la dejaron en el orfanato (pues, obviamente, no es lo mismo que haya sido el destino cruel quien le haya privado de unos padres que el hecho de que fueran ellos quienes decidieran abandonarla por no quererla lo suficiente) y el de ser médico. Lastoschka siempre ha querido ser médico y, afortunadamente, su madre adoptiva le apoyará en ello. de hecho, desde el principio de la novela sabemos que lo consiguió porque, como ya he dicho, la novela está contada desde el presente por una protagonista ya adulta y médico.

El jardín de vidrio” es una novela muy diferente a “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes” aunque hay dos cosas que las unen: el drama y la violencia. Y la forma tan bonita y personal que tiene Tatiana Tibuleac de contar las cosas. El libro está lleno de emociones pero, como el anterior, de forma contenida, sin buscar la lágrima fácil.

Conclusión final

El jardín de vidrio” es una novela llena de sentimientos que nos habla de una infancia muy dura. Un libro que destila rabia, pena, desamor, culpa, resentimiento, violencia y drama. Un libro muy bonito cuya lectura os recomiendo.
Enlace: https://librosquehayqueleer-..
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