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Un asesino a sueldo con una apariencia curiosa es el encargado por la Mafia de asesinar a un antiguo colaborador para evitar que hable y todo esto en un pequeño pueblo de mala muerte. Aparecen unos personajes curiosos, con un giro final que se estaba viendo venir según avanza la lectura y poco más se puede decir de esta novela. Lo que si me ha llamado la atención es el lenguaje que usan los personajes, un lenguaje sureño como el que aparece en las películas de la primera mitad del siglo XX, y el trato que hace el autor de los asesinatos y de las escenas de sexo, todo muy blanco, sin ser explícito. Novela correcta sin más. |
#LaÚltimaManoDeSeisdedos
Hermenegildo, un gitano alcohólico, otrora asesino a sueldo de talla internacional, vive al borde de la indigencia en Madrid, bebiendo para calmar el dolor que le producen sus úlceras estomacales y compartiendo su cotidiano con los fantasmas de algunas de sus víctimas: una puta búlgara, un joven pijo español, un asesino de ETA y dos colombianos.
Aunque ya está retirado, su precaria situación económica lo lleva a aceptar el encargo de un esmeraldero colombiano, Jason Moscote, para que ajusticie a Dominga, una mujer guajira. Su ética profesional lo obliga a dejar de beber hasta terminar el trabajo por eso quiere hacerlo en la mayor brevedad posible.
La primera novela de Felipe Londoño es, además de una apasionante historia en clave de thriller, una reflexión sobre las adicciones, la soledad y la inmigración en tiempos en donde parecemos estar cada vez más aislados como seres humanos. Londoño apela a la tradición para construir un poderoso relato criminal y por sus páginas vemos desfilar los fantasmas de autores que, seguro, hacen parte de su educación como lector: Jim Thompson, Rubem Fonseca y James Ellroy con sus reflexiones morales en medio de la acción trepidante son, sin duda, faros que alumbran la narración.
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