Esa muchacha es Flora Thompson, Laura en la ficción, y el pueblo al que se dirige, Grayshott, donde Flora se estableció en 1898 como encargada de la oficina de correos. Allí la esperan los siniestros Hertford, sus patronos; clientes tan distinguidos como Arthur Conan Doyle o Georges Bernard Shaw, asiduos usuarios del telégrafo local; o la coqueta boutique de madame Lillywhite («sombrerería, sastrería y préstamo de libros»), donde Laura de vez en cuando puede permiti... >Voir plus