Sweeney Todd (El collar de perlas)

Un día cualquiera un joven irá a la barbería de la calle Fleet, regentada por un tipo muy particular llamado Sweeney Todd, sin saber que en ese local está a la orden del día que desaparezcan los clientes de manera misteriosa. A partir de ahí, vamos a ir conociendo a personajes tan particulares y curiosos como una pastelera que tiene enloquecido al barrio con sus deliciosas creaciones en forma de pastelitos de carne, un marinero desaparecido, una joven inocente de corazón puro… Y toda la trama girará en torno a la desaparición de un valiosísimo y misterioso collar de perlas.
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La única referencia que tenía de esta obra era la adaptación que hizo para cine Tim Burton en 2007, que me encantó. Mi recuerdo era el de una película maravillosa y tenía la esperanza que el libro fuese, cuanto menos, sangriento y grotesco. Y lo es, pero no como yo esperaba.
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Para comprender lo aterrador del libro uno se debe situar entre 1846 y 1847, que es cuando se publicó esta novela por entregas, una de esas míticas “penny dreadfuls”, con unas características bastante marcadas: capítulos muy cortos y ágiles; reiteración de algunos hechos para refrescarle la memoria al lector de lo que había leído tiempo atrás; personajes estereotipados de fácil comprensión para el público que compraba estas historias; un narrador de un corte muy particular… entre otras muchas características que profundizar en ellas nos alejarían de la reseña.
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Para disfrutar de esta obra, mi consejo es que no os acerquéis a ella como una novela de terror, si no como una novela de enredos, con unos diálogos y monólogos brillantes, que en ocasiones te recuerdan a Shakespeare, o al romanticismo y la picaresca de Cervantes, con unos toques macabros y grotescos que le sacan a uno una carcajada en más de una ocasión.
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Sabiendo esto, ya estáis preparados para leer algo diferente. Puede que no sea para todos los gustos, pero siempre vale la pena darle un mordisco a un pastelito de carne bien condimentado como este.