HEX

De Hex, antes de leerlo, me gustó una barbaridad la idea de su argumento: un pueblo que está tan acostumbrado a la maldición que lo envuelve que han adaptado su día a día a este hecho. Una bruja que aparece donde le apetece (porque para eso es su pueblo maldito) y toda una infraestructura modernizada para llevar un control y un orden.

Y es que me apetecía muchísimo una novela de terror que me entretuviese y Hex cumplió, de sobras, esta tarea: no es ninguna obra maestra pero me mantuvo en vilo debido a su ritmo ligero y los excelentes momentos de tensión que teje Thomas Olde Heuvelt (por otra parte, claramente inspirado en King en muchos aspectos). Su pluma entremezcla momentos de humor con escenas que, si bien no dan miedo, son impactantes. Lo que sí quiero señalar es que me resultó en algunos momentos un poquito “americanada” (o la idea de tiene un neerlandés de lo que es una americanada).

Aun así, mientras seguía leyendo me di cuenta de que esta novela tenía una profundidad mucho mayor de la que aparentaba y una cierta complejidad psicológica de los personajes, que en un principio se me hicieron tirando a estereotípicos, que me sorprendió.

Hex nos plantea algunas preguntas que dan para debate: ¿hemos evolucionado como sociedad en 300 años? ¿Somos ahora más civilizados? ¿Qué somos capaces de sacrificar para salvarnos? ¿Hasta dónde llega nuestra moralidad como seres humanos?

Y a mí que me gusta más un dilema moral que a un tonto un palo, con este aspecto ya estaba dentrísimo de la historia. Soy una chica simple, qué le voy a hacer.

Devoré Hex en pocos días y terminé con la sensación de estar satisfecha, a pesar de tener la certeza de que se había quedado algo en el aire. Es una novela que va in crescendo y que no para hasta que se torna apoteósica, sorprendente y que te deja en el paladar una sensación certera: que la raza humana somos una verdadera y profunda mierda.

Te la recomiendo si te gustan las historias sobre maldiciones y quieres una lectura muy entretenida y devorable. Y, claro está, si no te da un poco de vergüencita ajena un poco de cliché (norte)americano con adolescentes igual de americanísimos porque qué mal ha hecho Hollywood. Yo disfruté como una enana.


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