Querer implica riesgos. A veces hay que atreverse y exponerte porque, ¿y si sale todo bien?.
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Querer implica riesgos. A veces hay que atreverse y exponerte porque, ¿y si sale todo bien?.
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Estar contigo es lo más parecido a estar en casa que recuerdo.
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«De todos los «y si» que se te puedan ocurrir, recuerda que el más importante es este: Y sí, te quiero. Sin interrogaciones ni dudas. Ten la certeza de que siempre te he amado y jamás dejaré de hacerlo.
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No quiero solo lo bonito, lo que aparentemente es perfecto, porque eso sería una mentira. Quiero la realidad de tu día a día, quiero tus amarillos brillantes y tus azules oscuros, porque esas luces y sombras te hacen ser como eres. Y así es como te conocí, me cautivaste, y me enamoré de ti.
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No elegí enamorarme de ti, sucedió. Y, sin embargo, ahora teniéndote entre mis brazos, estoy seguro de que fue lo mejor que me pudo pasar.
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—Si en el amor entrase la razón, no sería tan insensato, tan emocionante y adictivo.
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—Me enamoré con la ilusión de un niño, la ceguera del que no quiere ver y la locura del que no quiere estar cuerdo.
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Jamás he tenido tanto miedo de nadie como lo he tenido de ti porque nadie me ha hecho sentir tan vivo como tú.
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Por alguna extraña razón, se me había colado bajo la piel y hoy, así seguía siendo. Eso es lo más jodido del amor, que llega, arrasa con todo, pone tu vida del revés y, después de todo, no tiene por qué ser recíproco. ¿Y entonces qué haces? Intentar sobrevivir a tus sentimientos.
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Extrañé su presencia como si en solo dos días me hubiese acostumbrado a ella, como si el paso de los años hubiese borrado de un plumazo los intentos, no de olvidarla, sino de no recordarla constantemente, porque la opción de que su imagen desapareciese de mi mente me parecía más dolorosa que su rechazo.
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La edad de la inocencia