Fin de semana

La novela me ha dejado un sabor agridulce, un historia de pseudo amor en dos tiempos, en dos países, mentiras arrastradas a lo largo de los años que acaban explotando cuando ya deberían haberse evaporado... la moraleja de todo ello es que mentir tiene siempre consecuencias, y lo peor de todo es que confesar en frío tiene peores consecuencias que hacerlo en caliente. Te hace pensar en lo absurdo de la apariencia, la perfección no existe aunque parezca que la tienes delante.
La historia resulta atemporal y aunque es cierto que la juventud hoy en día entiende el amor de una manera más laxa, lo cierto es que las infidelidades tienen consecuencias más allá del momento en el que se producen y suelen alcanzar a bastantes más personajes de los que a priori podemos imaginar, pues provocan una reacción en cadena imposible de controlar.