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ISBN : 8439720688
144 páginas
Editorial: Random House (08/06/2007)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 1 calificaciones)
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Guille63
 28 March 2023
“¿Qué es más inmoral en estos tiempos, matar o aprender geometría?”

“Era un hombre extraño…”. Así empieza la novela de Tavares, la segunda de su tetralogía “El Reino”, compartiendo paisajes, momentos, atmósfera, dificultades y algún que otro personaje con su predecesora, “Un hombre: Klaus Klump”. Y no encuentro una forma mejor para empezar estos comentarios que esas mismas palabras.

La máquina de Joseph Walser” es un libro extraño, unas pocas páginas que requieren una lectura lenta, reflexiones constantes, insistentes relecturas, tiempo para digerir y entender. El terreno que pisamos no es del todo conocido y está minado. Se avanza, pues, con desasosiego, con inquietud, a veces a oscuras, desorientado, expectante. Es una aventura leer a Tavares.

Su Reino es frio y frías son las personas que lo habitan, un lugar indeterminado en un tiempo indeterminado. No es nuestro mundo, no somos nosotros, aunque señala deficiencias propias que rápidamente identificamos y sitios que reconocemos como posibles. Una literatura fría que en este caso denuncia precisamente la frialdad del ser humano, lo que nos impide acercarnos, la indiferencia de los que se esconden en sus casas tras los cristales “endurecidos por la escasa curiosidad de sus ocupantes”.

Walser, la cara oculta de la luna visible que fue Klaus Klump, está preparado para no querer a nadie, se ha alejado tanto del mal como del bien. ¿Quién o qué es el objeto del título, la máquina de trabajo de Walser, la que adora, cuyo sonido del motor se confunde con el latido de su propio corazón, o es Walser la máquina en cuestión?

“…más repartida que la maldad está esa indiferencia universal que nace del hecho de que los cuerpos se hallen violentamente separados incluso en tiempos de tranquilidad.”

La ciudad está en guerra, hay quién la defiende, hay quien se resiste, hay quién mete su coraje en una bolsa de plástico y espera, “muchos ciudadanos quieren aumentar sus conocimientos laterales mientras otros mueren fusilados en plazas evidentes y nada ocultas”. Los indiferentes tienen una mayor probabilidad de sobrevivir, se quedarán con las mujeres de los caídos, ilustrarán los libros de historia que están por llegar.

“La existencia humana, su esencia, no se había desplazado un solo centímetro treinta siglos después de tres mil conflictos. Si quieres desplazar la existencia es evidente que no lo lograras con la guerra… Pero ni siquiera la paz cambiará al hombre, claro. La suerte está echada desde hace mucho tiempo.”

Walser ama a su máquina, se hace uno con ella. La máquina hace una y otra vez lo mismo, las repeticiones tranquilizan. Las máquinas hacen exactamente lo que queremos que hagan, qué puede haber más indiferente que una máquina. Pero a veces hay accidentes, el azar interviene, “ninguna máquina es pacífica”. Walser sufrió un accidente, una pieza suya, un dedo, tuvo que ser amputado, sin arreglo posible, dejó de servir para su cometido, fue apartado de la máquina. Su vida cambió.

Walser no nació para protagonista, “ningún acto de su existencia había provocado un solo silbido, insulto o aplauso”, uno más entre muchos más, influenciable. Klober Muller, su patrón, el amante de su mujer, le condicionó con su filosofía de la individualidad, del odio al otro, a lo diferente.

“…somos creativos porque queremos encontrar una explicación solitaria, una explicación individual, una explicación que no tenga par, que no tenga un doble, que no sea posible acompañar, una explicación egoísta, dirán algunos, sí, egoísta, claro. Más que eso: rencorosa: una explicación que odia a las demás, que las combate; pero las combate no solo para vencer a las demás explicaciones, sino para vencer, derrotar, eliminar a los propios hombres portadores de otras explicaciones solitarias. La explicación solitaria, la ciencia individual por excelencia, en el límite, quiere eliminar todas las demás existencias, porque las odia; y las odia simplemente porque otra inteligencia y otra posibilidad de soledad son la prueba de que solos no ocupamos el mundo.”

Pero Walser está orgulloso de su individualidad. Walser se encierra cada día en su habitación a disfrutar de su colección de piezas metálicas, nunca mayores de 10 centímetros, sin utilidad alguna más que la de formar parte de su colección. Se recrea en ella indiferente a la guerra, a los amigos fusilados, a su mujer adúltera, a los muertos encontrados en la calle, una oportunidad para aumentar su colección con una hebilla. Una colección que lo diferenciaba de los demás hombres, que disfrutaba apartado de los demás hombres, una colección irracional para alguien educado en la racionalidad absoluta, su huella en el mundo.

“Joseph Walser jamás se había acercado a nadie. Todavía no era el verdadero hombre, como decía Klober, el hombre que cuando se acerca lo hace para matar, pero ya había en él algo harto significativo: cualquier acercamiento a otra existencia, no siendo aún para eliminarla, era ya, desde hacía mucho, para no amar.”

“El Mal, a veces, tan extrañamente como aparece, desaparece” y así la guerra se fue diluyendo ante la desidia de unos y de otros. Pero el fin de la guerra no trajo la paz a Walser ni mucho menos a Klober. La indiferencia de Walser difícilmente podía coexistir con el afán de dominio de Klober, con su afán totalitario. Y no es lo menos extraño, lo menos inquietante, que el azar intervenga en la lucha y decida el vencedor.

Joseph Walser y su máquina es de la estirpe de Bartleby, de Mersault, de Josef K. Ya saben a qué atenerse.
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Video de Gonçalo M. Tavares (1) Ver másAñadir vídeo
Vidéo de Gonçalo M. Tavares
Festival de las Letras Europeas Gonçalo M. Tavares, galardonado narrador, dramaturgo y poeta, nos habla de sus motores de inspiración al escribir y responde una serie de cuestiones sobre ser escritor dentro de un área multicultural y diversa. En esta edición especial de la FIL, los participantes del Festival de Letras Europeas nos hablan de identidad, realidad, inspiración, censura, ficción y fronteras, compartiendo con los lectores la manera en que estos aspectos han ayudado a forjar su estilo de escritura.
Participa: Gonçalo M. Tavares (Portugal)
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