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Crítica de Kaeri


Kaeri
14 February 2020
Esto de leer libros por moda es cosa seria.

Recuerdo que leí esta novela en digital hace un par de años y tuve muy buena impresión. Me gustó la tórrida historia que se entretejía entre los protagonistas y los actos sexuales más o menos detallados con toda la claridad el mundo. Cuando terminé de leerlo dije “¡Tengo que hacerme con la trilogía ya!” pendiente que olvidé y me centré en otras cosas… hasta febrero del 2020.

Volví a leer La Sumisa, ahora en físico, y me queda más que claro que es totalmente válido cambiar de opinión, porque al fin y al cabo soy humana.

A ver, no es que no me gustó la novela, si se puede llamar así. Lo que jamás me acabará del convencer es lo otro, lo que la protagonista intenta forzar a toda presión: El amor.

La sinopsis es clara como el agua: Nathaniel West es un tipo rico que tiene su propia empresa, está buscando nueva sumisa y la jovial Abigail “Abby” King se ofrece voluntaria. Según más datos, Abby lleva “toda la vida” enamorada de este señor.

Perdónenme pero en esta historia hay de todo menos lo que ella “siente” por Nathaniel.

Desde un principio Abby se muestra como una mujer independiente, que trabaja en una de las bibliotecas de New York (otro detalle que la autora metió con calzador, sólo para atraer lectores. Esto no es porque lo opine yo, es que se nota a leguas) sin embargo se vuelve una sumisa cuando Nathaniel está cerca.

La novela me gustó al principio porque podía ver las dos partes de Abby, la sumisa y la Abby no sumisa, conforme pasaba las hojas me fue gustando menos.

¡Qué aburrido!

Más que una novela, parecía un manual titulado “Cómo practicar sexo salvaje si estás aburrido de las relaciones convencionales” completamente absurdo. Que sí, que esta novela es de corte erótico pero Tara, un poquito más de sentimiento por favor, que en vez de personas parecían conejos copulando cada dos por tres.

Eso no es todo. Aquí viene la decepción del libro: Nathaniel West; hombre autoritario y fuerte que pone a temblar a Abigail sólo con el sonido de su voz poderosa.
El hombre tiene lo suyo: el cuerpazo de infarto, los ojos verdes preciosos y la vida de lujo que muy pocos se pueden permitir. Nada de eso me valió cuando apareció el “otro” Nathaniel, el arrepentido, el enamorado, el caballero. Sólo me queda decir una palabra de este señor: Patético. Y otra palabra más: Ridículo.

No critico que el hombre (o la mujer) cuando comete un error pueda arrepentirse, sino la forma en cómo lo hace: de ser un hombre que derrochaba seguridad y hombría, Nathaniel West se convierte en el tipo más miedoso y culpable que jamás he leído en la historia de las novelas románticas o eróticas. En serio, surrealista.

Definitivamente el dominante señor West se ha convertido en el peor personaje masculino que he leído hasta el momento. Eso, sin contar con Abigail, que me pareció un personaje ridículo que exigía más de lo que nadie le pidió.

¿En serio Abby? ¿Le pides amor a un tipo que sólo te ve como un objeto sexual y no te pide nada más que estés disponible para él todos los fines de semanas? ¿El tipo que te cambió tu rutina, tu alimentación?

Otro detalle que me hizo mucho pero muchísimo ruido, lo recalco porque este detalle no sólo lo he visto en ésta novela:
¿De verdad las autoras de novelas eróticas creen que agregando a personajes masculinos ricos y poderosos con gusto por este tipo de vida sexual los hace románticos? no sé. Este patrón se repite una y otra vez en este género hasta tal punto que se ha normalizado cuando no suele ser así.

No sé yo, pero creo que esta novela no es para mí ¿y lo peor? Tengo el segundo libro en mi estantería: El Dominante. Lo leeré, sí, pero de momento lo pondré en el rincón más alejado de mi biblioteca.

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