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No es nada nuevo por aquí afirmar que me fascinan los escritores denominados “suicidas”, en especial una nómina muy concreta de ellos; por lo que, cuando supe que Juan Tallón había escrito hace unos pocos años un libro en el que se nos recrean las últimas horas de Alejandra Pizarnik, Anne Sexton, Cesare Pavese y Gabriel Ferrater, no pude ni quise evitar su lectura. Más allá de disfrutar de la personalidad y obra de estos artistas y del simple hecho de imaginar cómo sería pasar unos minutos dentro de sus almas dañadas, me ha parecido que Tallón se ha sumergido casi a la perfección en las diferencias y particularidades de cada uno de ellos, adaptando la narración a los sentimientos, las carencias y el tono de voz que, suponemos, les caracterizaba. Es un texto que no conduce a ningún lugar en concreto, como bien supo expresar Pizarnik con su famoso último verso “no quiero ir nada más que hasta el fondo”. Más bien, en su lectura se cumple la máxima que nos empuja a disfrutar del camino en lugar de solo congraciarnos con la meta. A través de capítulos breves dedicados a cada uno de los autores, iremos comprobando el talento de Tallón para, aun utilizando una base de gran calidad como es la palabra del otro, impregnar de sensibilidad y calidez las estertóreas líneas que conducen al silencio. Desconozco si en su narrativa más actual hay rastro de lo que he encontrado en esta propuesta que nos hace confundir poesía y realidad, pero desde luego es un cebo perfecto para seguir descubriendo una prosa bella y decidida. Probablemente no sea imparcial con una temática que me atrae tanto, pero si exprimimos todas estas palabras para quedarnos con lo esencial, con el jugo más puro de la escritura, es imposible no notar que solo puedo recomendar este libro concienzudamente. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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