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En la República del gran Oriente asiático, los jóvenes crecen en un estado totalitario y controlador donde se promueve la competitividad. Como medida de control de rebeliones, cada año se pone en marcha el Programa: una clase de todos los institutos de Japón, será elegida para luchar a muerte hasta solo quedar un superviviente. Los alumnos seleccionados estarán aislados en una isla con estrictas normas y vigilados por la administración gubernamental. Una vez que empiece el juego, todo está permitido para sobrevivir. La novela comienza de manera brutal, ya que desde las primeras páginas el Programa se pone en marcha y la acción no para hasta el final. En el inicio, te deja muy claro que la clase elegida es al azar sin hacer distinciones de ningún tipo y que el Programa cuenta con un sistema de control y de seguridad imposible de eludir por lo que escapar es imposible. Una vez que se explica cómo funciona el Programa y sus normas, veremos como la historia se va desarrollando a través de la voz narrativa de varios alumnos. Y aunque es cierto que hay un protagonista principal (Shuya), el autor nos irá mostrando a todos y a cada uno de los 42 alumnos, haciéndonos ver su personalidad, sus relaciones familiares, y la amistad o enemistad que hay entre ellos. Todo esto, nos ayudará a entender el por qué de sus decisiones y actuaciones, además de conocer sus motivaciones y miedos. Y aunque la novela está llena de escenas muy duras y descriptivas de las muertes, la crítica que se realiza hacia este tipo de sistemas totalitarios es muy buena ya que muestra que no solo el miedo es una forma de control de masas, sino que el generar la desconfianza es clave para no romper el sistema, algo que se ve claramente en el battle royale cuando ni siquiera puedes confiar en tus amigos de toda la vida ni en tus compañeros de clase. Dicho esto, esta novela podría ser de diez pero hay algo que no he podido pasar por alto y es que, los personajes no dejan de ser chavales de 15 años pero el autor describe algunas acciones que no son propias de adolescentes sino más bien de veteranos de guerra acostumbrados a combatir y a matar ( en serio, hay escenas que de verdad parecía que era Rambo o el puñetero Terminator el que estaba participando en vez de un adolescente). |
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