Antes de empezar a hablar del libro, un pequeño apunte sobre su autora. Si, soy seguidora de Eugenia en redes desde hace años he participado en sus cursos de historia del arte y seguido sus artículos de patreon. Me han enganchado su cercanía y sus dotes de comunicación pero me he quedado por el rigor y la pasión con la que defiende sus ideas a la vez que las entiende como mudables y cambiantes. Este libro es un ensayo sobre historia del arte, si, pero es, ante todo, una oda a la horizontalidad del saber y al pensamiento crítico. A lo largo de las distintas salas de su museo imaginario, la autora nos acompaña a lo largo de toda la historia del arte, desde la prehistoria hasta la actualidad. Sin embargo, a diferencia de demasiados recorridos de museos no imaginarios, este no trata de “grandes genios” ni de obras “maestras” a las que caer rendidos sin pensar, por simple hecho de estar allí enmarcadas. No, este es un recorrido sensorial y de observación, lleno de matices y de detalles, de pistas y de información oculta. Como todo es interpretable y más aún la historia y todo depende desde el punto de vista, el nuestro es tan bueno como cualquier otro para, a través del cuestionamiento, el análisis e, incluso, el instinto entender las obras y exprimir su mensaje. Yo he disfrutado mucho este paseo lleno de amor al arte. Un amor al arte que se extiende mucho más allá de su valor estético y exprime lo que este nos dice de las distintas sociales y históricas así como lo que refleja de nuestra actualidad la lectura que se hace de esos cuadros del pasado. Confieso que me hubiese quedado más rato en la sala de la prehistoria y, después, en la de arte contemporáneo incluso habiendo tenido que renunciar a alguna intermedia pero es cierto que gracias al recorrido más amplio me he interesado por periodos artísticos por los que antes sentía mas indiferencia. En cualquier caso, doy gracias al revisionismo histórico por cambiar la perspectiva y rescatar tantas figuras e historias olvidadas y, aunque en cierto modo me enfade seguir descubriendo la infinita ristra de informacion ocultada y tergiversada del discurso general, celebro a divulgadoras como Eugenia que hacen más ligera la labor de desaprender y aprender proponiendo nuevas formas con las que nos convierte a todas en vehículo del cambio. + Leer más |
La cantante Eva Amaral se quitó el top de lentejuelas que llevaba puesto en su concierto del festival Sonorama Ribera de Aranda del Duero para reivindicar que nadie puede arrebatar a las mujeres “la dignidad” de su desnudez, justo antes de cantar Revolución. La revolución se formó después en redes, donde muchos usuarios aplaudieron la hazaña y otros muchos mostraban su disconformidad con este tipo de activismo. La cantante hizo este gesto también “por Rocío Saiz, por Rigoberta Bandini, por Zahara, por Miren, por Bebe", y las críticas que han recibido en los últimos años. En este vídeo, Pilar Aguilar, ensayista y presidenta de PFAC (Partido Feministas al Congreso), la socióloga Marina Subirats y Eugenia Tenenbaum, historiadora del arte y comunicadora cultural, analizan el papel de las tetas femeninas dentro de la sociedad y en el activismo.
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