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Es un libro que me dejó marcada. Solo pensar en él me afectaba. Lochan y Maya son dos hermanos, Lochan de 18 y Maya de 16, y tienen la responsabilidad de cuidar a sus 3 hermanos menores ante la incapacidad de hacerlo de su madre alcohólica. Ellos nunca se han visto como hermanos, sino más como amigos, alguien en quien apoyarse. Esta situación los empuja a enamorarse, pero no habrá final feliz si los descubren, ya que ambos terminarían en la cárcel. No es un libro feliz, la realidad te da un fuerte puñetazo en el estómago. En la primera parte del libro Lochan y Maya no han confesado lo que sienten el uno por el otro, solo es la rutina que llevan a cabo todos los días, que no es nada fácil. Satisfacer las necesidades de los más pequeños, Willa y Tiffin, y tratar de controlar a un adolescente de 13 años, Kit, cuando se esta yendo por mal camino. El conjunto de todas las necesidades y todas las responsabilidades, los pensamientos y todo lo demás de Lochan te puede poner enferma. Se siente solo, triste, cargado... pero esta Maya, su soporte, su apoyo. Cuando pensaba en ella, cuando dejaba de pensar en todo lo malo... fue lo que evitó de tirará el libro contra la pared. El desarrollo de el protagonista, Lochan, es increíble. Siempre sentí mucha pena por él; estaba la incapacidad de hablar con otras personas que no fueran de su familia, por lo que en el colegio provocaba burlas. Pero más adelante, se empieza abrir un poco más. Maya cambia mucho a través del libro. En el epílogo, decide seguir adelante y luchar, y no tomar la via mas facil. En fin, los protagonista tienen sus defectos y cualidades, y por eso son buenos. El libro esta diseñado cuidadosamente para destrozarte. Está el tabú del incesto, así que... la historia de amor de Lochan y Maya no va a terminar en " y vivieron felices para siempre". En resumen, es una novela que merece la pena leerla. Me gusto mucho,a pesar de trata de temas fuertes y maduros. |
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