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Crítica de LAKY


LAKY
18 February 2021
Llevaba tiempo leyendo comentarios elogiosos de las diferentes novelas de Susana Rodríguez Lezaun y tenía ganas de leer alguna de ellas. Cuando supe que Harper Collins publicaba su nueva novela y que ésta no pertenecía a ninguna serie (o, de formar parte de una, sería la primera entrega), me dije “de ésta no pasa”: Me hice con ella y enseguida me puse a leerla.

Marcela Pieldelobo es inspectora de policía en Pamplona. En esta ocasión tiene que investigar lo que parece que es un accidente de tráfico. Un coche ha sido encontrado volcado en un camino y no hay nadie en su interior pero sí rastros de sangre. Enseguida averiguan que el coche ha sido alquilado por una alta ejecutiva de una de las empresas punteras de la ciudad; algo muy extraño por cuanto que esa mujer tiene su propio coche. Además, en el maletero del coche encuentran una maleta con ropita de bebé cuando esa mujer, que se sepa, no es madre. Sin duda, circunstancias muy extrañas rodean al caso.

Por otro lado, la vida personal de Marcela no está en su mejor momento. Su madre acaba de morir y ella ha regresado a Biescas, el pueblo donde nació y vivió. Allí se reencontrará con su hermano y sobrinos pero también con alguien de quien no hubiese querido tener más noticias.

Bajo la piel” es una novela policíaca de estilo bastante clásico. También Marcela Pieldelobo, la policía protagonista, es una policía de estilo clásico. No es infrecuente encontrarse con policías así: solitarios, con una vida personal bastante desastrosa, con un carácter difícil y con un problema con el alcohol. Y que se saltan las normas. Así es Marcela: una mujer tremendamente difícil, que no se arredra ante nada pero que hace su santa voluntad. Y eso le va a causar bastantes problemas. A su lado tenemos al subinspector con el que forma equipo y a un policía foral con el que mantiene cierta relación. Estos dos hombres le sirven de contrapunto, recordándole siempre la necesidad de cumplir las normas. Porque es cierto que, muchas veces, siguiendo los procedimientos legales, los malos se pueden escapar o, como mínimo, los policías no pueden acceder a información que necesitan. Pero, si se saltan las normas –como hace Marcela- se pueden encontrar con que tienen información que no puede ser utilizada por no haber sido obtenida de forma legal. ¿De qué sirve saber quién es culpable si no se le puede imputar por no haber pruebas legales para ello? Este es el dilema que plantea la autora en la novela. Si la leéis, ya me diréis de qué parte estáis; yo, desde luego, de la de cumplir las normas y seguir el procedimiento pues, al fin y al cabo, el mismo se establece como garantía de los derechos de los ciudadanos.

En la novela la vida personal de Marcela tiene casi tanta importancia como la investigación policial. Entre otras cosas, porque una y otra se entremezclan casi continuamente. Conoceremos el pasado de Marcela, a su familia, lo que pasó con su ex marido, la forma en la que actualmente se relaciona con los demás… La conoceremos, sobre todo, por su relación con sus compañeros que, la verdad, menuda paciencia tienen que tener con ella (Damen me ha parecido casi un santo y el subordinado de Marcela no le va a la zaga). Es una mujer difícil, muy dura por fuera pero que deja asomar algo de su interior y éste no está tan mal. Ese interior lo veremos, sobre todo, en su relación con un chico muy especial llamado Antton y con un perro, ahí nos muestra una cara completamente distinta.

En cuanto a la investigación en sí, es diferente porque, como digo, Marcela se salta continuamente las normas. Tiene una intuición, o una certeza, y la sigue pese a quien pese. Es el típico perro que no suelta su presa y prefiere morir matando que dejar libre al culpable. Pero las cosas no son sencillas cuando los investigados pertenecen a la élite navarra, a las familias más poderosas, a las familias del Opus ya que todo serán piedras en el camino. Susana nos hablará de la idiosincrasia de esa gran familia del Opus, de cómo se relacionan entre sus miembros, de su forma de pensar en algunos aspectos (sorprendente en el siglo XXI, sin duda)…

La novela se estructura en treinta y nueve capítulos de más bien corta extensión. Es un narrador omnisciente quien nos irá contando la historia, siempre desde el punto de vista de Marcela. Abunda el diálogo por lo que la lectura resulta ágil, sencilla y entretenida. No hay excesivos giros argumentales ni demasiadas sorpresas (salvo quizás al final) pero se mantiene el interés durante toda la novela y ésta se lee muy a gusto. Los personajes están bastante bien perfilados, especialmente la especialista a quien la autora radiografía con exhaustividad. Son interesantes y no me importaría encontrármelos en otras historias si es que la autora decide darles continuidad.

Finalmente, os diré que el título y el dibujo de la portada me parecen muy acertados. Tienen que ver con el interior del libro así que no os diré por qué pero quien lo haya leído me entenderá.

Conclusión final

Nunca es tarde si la dicha es buena. Me ha gustado mi primer acercamiento a la prosa de Susana rodríguez Lezaun y, desde luego, no será la última.
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