Nada significa más para mi que la música.
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Nada significa más para mi que la música.
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—Porque tu idioma es mi tercera lengua. El italiano, la segunda. Y la primera, sin duda, la de las emociones.
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—Espero que estés preparado. —¿Preparado para que? —Para que te dé la caña que mereces. |
—¿Se levanta la prohibición de las bolas, entonces? —Con todas tus bolas llenando mi árbol de Navidad no creo que las de estos dos deban preocuparme demasiado |
—Cuando cree que nadie lo ve, sonríe. —Me tiene asustada. |
—Me da la sensación de que vas a ser mi héroe, Pax Polo.
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-Ámale u ódiale -se burló Henry-. Ambas juegan a favor de Clirff. Si le amas, siempre estará en tu corazón. Si le odias, siempre estará en tu mente. -Sí -dijo Luca, asintiendo con mucho entusiasmo-. Primera vez en la vida que Shakespeare tiene algo de sentido. |
-¿Qué le estás haciendo a mi tranquila y ordenada vida? -Dándole un puntito perverso -contestó Pax, con la mirada en el árbol de Navidad que cada vez tenía más adornos-. Y el toque de mis bolas, por supuesto. |
Pero uno tenía que seguir a su corazón. Y su corazón quería una guitarra eléctrica. Y tocar con Lone Whistle and the Deserted. Y, quizá, algún día, encontrar a alguien con quien compartir su música. Joder. Qué pensamiento más cursi. Cursi e irreal. A Pax nadie se lo tomaba en serio. Demasiado golfo. |
-Creo que al final nos haremos amigos. Porque de verdad que pareces necesitar a alguien como yo en tu vida. -¿Alguien como tú? ¿A qué te refieres? -Alguien que te diga que eres un mandón hijo de perra. Y que, de paso, te enseñe lo que es tener un colega. |
Una oda de Friedrich Schiller se escucha al final de su última sinfonía cantada por un coro.