Esta quinta entrega de la serie signos de amor está ambientada en la ciudad costera de Waverly, Nueva Zelanda, en la época actual, y nos relata un romance tierno, divertido y lleno de confusiones. Sullivan Bell tiene treinta y siete años, es inventor y ecologista y vive en un barco, el Aquarium, con su hija Joanna de doce años. Desde que su pareja falleció, cuatro años antes, cambian de puerto cada año. Necesita a alguien que ayude a la niña a integrarse y cuide de ella cuando él está fuera dando charlas, y le recomiendan a Reid. Reid Glover tiene veintiocho años y es un desastre. Las relaciones no le duran nada aunque él se entrega por completo. Su última novia acaba de echarlo de casa y necesita un trabajo con urgencia. Nunca ha estado con un chico pero se considera bixesual, y se siente muy atraído por el magnífico viudo que está a punto de contratarle. La relación entre ambos hombres me ha encantado y va muy despacio por las circunstancias de ambos. Sullivan aún está llorando a Riley y Reis no se entera de nada ni se valora a si mismo. La situación da pie a momentos muy divertidos, y a otros en los que la amistad será muy importante para los protagonistas, sobre todo para Reid que es el que más apoyo va a necesitar. Sullivan y Reid me han gustado mucho, cada uno a su manera, y Joanna me ha caído muy bien. La pequeña liante protagoniza a su. Es un tierno romance juvenil. Por motivos personales estoy leyendo muy poco y me cuesta que un libro me atrape, pero este lo ha conseguido. Ha sido un placer perderme entre sus páginas y he disfrutado mucho con el tira y afloja entre los protagonistas. Os animo a darle una oportunidad a esta estupenda serie. |