Un lugar para Mungo

Esta novela ha llegado a mis manos a través de una reseña de Marenpergamino. Y es que con la portada que tiene es muy posible que la hubiera dejado pasar pensando que se trataba de una historia romántica. No lo es.

Un lugar para Mungo, como publicó Publishers Weekly, es «un puñetazo directo al corazón».

Douglas Stuart nos muestra un barrio obrero de Glasgow destrozado por la crisis, el paro, la desesperanza…, con un alto índice de alcoholemia y malos tratos, y peleas entre católicos y protestantes. «Idílico».

Y en medio de todo ese caos, Mungo. Un adolescente bueno, de esas bondades que hacen que el mundo te crea tonto.

Un buen chico que convive con una madre alcohólica, un hermano broncas y una hermana, que aunque se preocupa por él, no deja de ser otra víctima de esa familia y situación.

Stuart nos lleva adelante y atrás en una trama muy dura, en ocasiones violenta, donde la figura central es Mungo, y como lectora, no puedes ni quieres dejar de leer porque quieres que Mungo sea feliz. Porque se lo merece y necesitas saberlo.

Un lugar para Mungo es un drama que tan pronto te indigna como te hace llorar. Que a poco corazón que tengas, te hace sentir. Con un final, para mí, esperanzador.

Un libro de una belleza deslumbrante, una crudeza ensordecedora y una sensibilidad trasversal.
Tengo que reconocer que durante las cien primeras páginas me sentía perdido. Disfrutaba de la narrativa y de la pluma del autor pero no terminaba de hallarme dentro de la historia, la trama y la ambientación.
Sin embargo, de repente una noche me encontré leyendo durante un lapso amplio de tiempo y sumergido en una historia, una trama, unas realidades y unos barrios de Glasgow de los que me resultaba muy difícil.
Mungo es un persona poliédrico. Es un protagonista que me ha hecho sufrir, sentir, emocionarme, rabiar, estar expectante, ilusionarme y volver a sufrir. Es un protagonista único al que tienes que aceptar cómo es porque nunca sigue un patrón normativo en su comportamiento porque, simplemente, no siente el mundo de la manera básica y obvia en la que hemos sido educados.
Dicho esto, más allá de los evidentes acontecimientos que suceden en el libro y que son escalofriantes, la parte en la que mi corazón más se ha encogido y ha pensado con tristeza en todas aquellas personas que alguna vez se puedan ver en la situación de Mungo ha sido con la relación con su madre. Creo que esa narrativa refleja unos aspectos de las relaciones familiares, sobre todo con ascendentes como los progenitores, que marcan de por vida y la vida de los menos que dependen de ellos.
Las figuras de los hermanos no son menos relevantes y, también, reflejan numerosos aspectos de las sociedades contemporáneas que, aunque parezcan haber desaparecido, se perpetúan en los suburbios, en las sombras o en silencio. En este sentido, la obra trata temas como la masculinidad y el significado de ser un hombre, la desigualdad de oportunidades, las graves secuelas de las adicciones, la perversidad del ser humano, la violencia como medio, la necesidad de sentir que se es parte de una comunidad, la discriminación religiosa, la violencia en nombre de la fe, la utilización del cuerpo para la consecución de un fin, la marginación social, entre muchos otros temas, que si bien no se abordan de forma directa, aparecen de forma constante, dispar y orgánica a lo largo de la obra.
Por último quiero resaltar la parte romántica que, como en muchos otros libros, es un romance en el que lo principal no es el romance 'per se', sino el envoltorio personal y circunstancial en el que germinan los sentimiento de Mungo y James.
Es un libro precioso pero crudo, profundo y superficial, conmovedor y frígido. Un libro que recomendaré a cualquiera que quiera vibrar con una historia escrita con un gusto incuestionable.

¿No os pasa que hay ocasiones en que termináis de leer un libro y sentís que os ha dejado una brecha en el corazón? Eso es precisamente lo que me ha pasado con 𝘜𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘔𝘶𝘯𝘨𝘰 de 𝘋𝘰𝘶𝘨𝘭𝘢𝘴 𝘚𝘵𝘶𝘢𝘳𝘵. Este libro verdaderamente me ha maravillado tanto como me ha destrozado, y no se muy bien como hacer esta reseña para poder transmitiros todas las emociones que me produjo sin desvelar nada importante. Hay rabia, tristeza, frustración... pero también esperanza y ternura.

La historia sigue a Mungo, un joven de quince años con una familia desestructurada: Una madre alcohólica, un hermano delincuente, y una hermana que hace las veces de madre. Todos ellos, personajes oscuros, atormentados, y con sus propias miserias.

El autor enfatiza aun más la sensación de desasosiego, situando la historia en un espacio frío y desamparado, un barrio obrero de Glasgow de la era post-Tatcher. Se describe la ciudad de tal forma que nadie quiera vivir en ella. Es triste, desoladora y está azotada por la pobreza, el alcoholismo, el desempleo, la discriminación y la violencia gratuita. Es en este escenario donde Mungo conocerá a Jamie, un joven con una vida igual de difícil que la suya.

Mungo intentará buscar un lugar para él en el mundo, enfrentándose a su sexualidad, al miedo, a la la culpa, al machismo y a los continuos ataques que recibe, incluso de los que más quiere. La inocencia y la ternura que lo caracterizan desaparecen a medida que avanza la historia.

Y aunque podríamos considerar que en el fondo es una historia de amor entre dos adolescentes que intentan sobrevivir en el sistema que les rodea, no llega a ser del todo romántica, ni bonita. Aunque tiene momentos muy puros y tiernos.

Por último, deciros que las descripciones extensas y los arrebatos poéticos del autor impresionan tanto como abruman. Su forma de escribir es exquisita.

Y no diré nada más. Os dejo que os sorprendáis vosotros mismos, pero el que quiera descubrir esta historia debe saber que se va a encontrar con una narración cruda y amarga con escenas bastante tristes. Pues si ya es duro encontrarse a uno mismo, lo es más todavía si el mundo marcha en tu contra.

“Mungo se concentró en su reflejo. Se preguntó qué habían visto (…) en él. ¿Dónde estaba esa señal que él no notaba, el mensaje que jamás había pedido enviar? (…) Quería encontrar la señal e interrumpir definitivamente su transmisión. Los hombres lo habían mirado como si supiesen lo que había dentro de su alma, cosas que ni él mismo se había confesado a sí mismo”. Cuántas veces me hice esa pregunta...”
Me habían recomendado la historia de Shuggie Bain del mismo autor y con Meritxell queríamos leer a Douglas Stuart. Empezamos el libro y ya fue el primer bofetón emocional. Mungo es de esos personajes que te dan ganas de abrazarlo. A pesar del entorno en el que nace, el es tierno, dulce, de esas personas que no sabes cómo pueden tener el carácter que tienen. Son historias duras, pero a la vez sensibles que te dejan el corazón encogido.
Un libro que te hace empatizar, que describe un determinado tipo de familia desestructurada. Un libro que remueve y que es doloroso. Comprender quién eres, pensar en el qué dirán, encontrar tu sitio, o dar todo el amor que tienes dentro de manera desinteresada. También, es una historia de violencia tanto física como psicológica.
La historia está narrada en dos hechos y se van alternando. Una historia que he ido dosificando porque sé que me hubiera dolido más si lo hubiera leído todo seguido.
Y ¿vosotrxs lo habéis leído?
Os leo,

Dos extraños se llevan a Mungo, de 15 años, a pasar unos días pescando en un lago recóndito de Escocia. Lo hacen por encargo de su madre, que quiere convertirlo en un hombre de provecho. Pero Mungo solo piensa en volver a Glasgow, donde está James, donde están su familia (desestructurada y disfuncional) y su casa... si es que sigue siendo su casa.

"Mungo se concentró en su reflejo. Se preguntó qué habían visto (…) en él. ¿Dónde estaba esa señal que él no notaba, el mensaje que jamás había pedido enviar? (…) Quería encontrar la señal e interrumpir definitivamente su transmisión. Los hombres lo habían mirado como si supiesen lo que había dentro de su alma, cosas que ni él mismo se había confesado a sí mismo”. Cuántas veces me hice esa pregunta...

Me he sentido tan identificado con 'Un lugar para Mungo'… Esta novela de Douglas Stuart es en parte una historia de amor, pero sobre todo de violencia. Una violencia estructural que lo impregna todo, desde las amplias calles de la ciudad hasta el rincón más recóndito de un dormitorio.

Es difícil escapar de aquello con lo que te crías, con lo que te han enseñado a normalizar y a dar por hecho. Pero Mungo no quiere ser como los demás. No quiere ser el hombre que quieren que sea y le empujan a ser. Por eso se rebela a su manera contra el sistema, incluso cuando se infiltra en él y sigue sus reglas. Puro mecanismo de supervivencia.