Los razonamientos de Kant acerca de que no podremos nunca conocer el mundo real tienen un peso apreciable. Todas las cosas que percibimos son sólo fenómenos. La cosa en sí misma (el noúmeno), que soporta o da origen a los fenómenos queda por siempre incognoscible. Y no hay razón alguna por la cual debiera asemejarse, en cualquier manera, a nuestras percepciones. Los fenómenos son percibidos mediante nuestras categorías, que no tienen en absoluto nada que ver con la cosa en sí misma, que permanece más allá de la cualidad, relación y categorías semejantes.
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