Drácula

A Drácula le pasa lo mismo que a Frankenstein, que por culpa de tantas adaptaciones que se han hecho de la obra creemos conocer la historia. Nada más lejos de la realidad. Ni siquiera en el caso de la adaptación que Francis Ford Coppola hizo de la obra (la cual me encanta) estamos cerca del original.

Narrada a través de los diarios personales y cartas de Jonathan, Mina, el doctor Seward, Lucy y el profesor van Helsing, la historia es una montaña rusa de emociones y suspense.

Es un libro que abarca muchos géneros. Desde libro de viajes, ya que nos ofrece muchas descripciones de los lugares por los que los personajes viajan, sus lugareños, sus creencias y supersticiones, incluso su gastronomía. Pasando por libro de aventuras, sobretodo hacia el final, con la persecución a través de media Europa. Y por supuesto un libro de terror, porque Bram Stoker consigue crear una sensación de peligro constante, teniendo en cuenta que evidentemente hoy en día no nos asusta lo mismo que en el siglo XIX. Pero la primera parte del libro, con Jonathan atrapado en el castillo del conde, es para mí la mejor gracias a las apariciones de las vampiresas, el desarrollo del plan del conde para deshacerse de Harker y toda la ambientación.

Personalmente, me ha encantado volver a leerlo. He disfrutado desde la primera página y me he metido tanto en la historia que a veces he sentido hasta escalofríos. En cuanto al ritmo de la obra, hay veces en las que decae, pero en general mantiene el interés durante toda la narración. Por ponerle una pega, apunto el lado machista y la excesiva caballerosidad, pero que no deja de ser fruto de la época.