Drácula

Ahora nos vamos a Transilvania, al castillo de Drácula, a la historia de un grupo de hombres y una mujer, que como en La famosa Comunidad del anillo, se reúnen para destruir la maldad que habita en la tierra, en este caso, en la forma de un hombre, un demonio.
La novela es epistolar, cada capitulo está conformado por los diarios de algunos personajes y por cartas. Nunca escuchamos la voz de Drácula, solo las impresiones que tiene los demás de él (ahora que lo pienso, sería superinteresante leerla nuevamente, pero siendo el Conde Drácula el narrador). La primera víctima es Jonathan Harker que junto con su esposa, la famosa Mina, se convierten en el eje del equipo que va a dar caza al demonio, asesorados por el multifacético Médico, van Helsing el único que conoce las debilidades del demonio y apoyados por tres hombres, los caballeros de brillante armadura, que fueron cautivados por la belleza de Lucy, la mujer a través de la cual se revelan todos los misterios.
El lenguaje, las descripciones, los personajes, la ideología, los escenarios, la espiritualidad, los paisajes son un pasaporte para un viaje al pasado, leer la novela sacándola de este contexto es un error fatal, porque precisamente su encanto, está en eso, en los detalles, en la infinidad de mirellas que adornan la condición humana, sus debates filosóficos, éticos y morales y su constante lucha por lograr ser piadosos. Los clásicos vienen cargados de instrucciones para lograr el paraíso, para ellos la escritura era una forma de confesión y la lectura de ellas una forma de expiación.
Mucho de lo que has visto en la infinidad de adaptaciones aparecen en la novela, el ataúd, ser criatura de la noche, el ajo, las estacas, hostias consagradas, tierra bendecida, la imágenes cristianas como los crucifijos como escudos, los grandes colmillos, la necesidad de sangre, pero el libro fue escrito para ser una historia de terror y de suspenso, para generar temor y alejar a los seres humanos del mal y no como una novela de acción, tenlo presente si te aventuras a recorrer sus páginas.
Solo puedo decir que este año me declaro una amante de los clásicos, tienen tanto que decir y usan de forma majestuosa tantos recursos literarios que solo puedo pararme frente a ellos,  quitarme el sombrero, hacerles una venia y decir lo mismo que Drácula "Una vez más, bienvenidos a mi casa. Vengan libremente, salgan con seguridad; y dejen algo de la felicidad que traen".