Tres maneras de volcar un barco

“Resultaba de lo más curioso, pues no había pisado un barco en mi vida ni sabía absolutamente nada de navegación; pero estaba desesperado por conseguir un trabajo, de modo que me pareció que lo mejor sería guardar en secreto pequeños detalles sin importancia como ese” ~ Tres maneras de volcar un barco de Chris Steward.

Chris Steward fue uno de los primeros batería del grupo Genesis. En este libro narra su historia con 29 años cuando decidió aceptar un trabajo para patronear un yate por el Mediterráneo en verano. Hasta aquí todo normal si no fuese por el detalle de que Chris no había subido jamás en su vida a un barco. Así que, desesperado por encontrar trabajo, aceptó la oferta, hizo un curso rápido de navegación, se embulló en léxico náutico y se embarcó.

No contento con cumplir su trabajo, más tarde se apuntó a la aventura de cruzar el Atlántico por el norte hasta Terranova pasando por Islandia y bordeando Groenlandia y sus aguas turbulentas.

Si hay un libro con el que me he reído sin poder parar es este. Ahora, con ganas de aflorar toda esa tensión que llevamos dentro, lo he vuelto a coger y me he vuelto a reír. Está narrado en primera persona por Chris y desde luego no puede ser más divertido.

Se lee de un tirón ya que además de corto (menos de 200 páginas) tiene una narración muy fluida. Si tienes conocimientos náuticos no puedes dar crédito a semejante aventura porque el mar es el mar, no nos vamos a engañar, pero supongo que la confluencia de la juventud del autor, su desesperación, el atrevimiento y la ignorancia fueron el cóctel explosivo que generó las situaciones jocosas (porque no hay que pasar por ellas claro) que narra en el libro.

Este es un libro escrito para leerse en verano. Otra estación implicaría no degustarlo igual, ya que es un libro corto y muy fresco, y el tema de las vacaciones está implícito en él.

La novela es autobiográfica, el autor fue el batería del grupo de rock Genesis Chris Stewart, y no es ni la primera ni la última que leeré de él. Chris escribe con un humor que engancha, y lo mejor de todo es que todo lo que cuenta es real, le pasó de verdad a él cuando era jóven. Hay que tener una gracia especial para relatar estos hechos, y el autor la tiene.

Para poder aprender a navegar, el protagonista tendrá que dar un curso y luego hacerse a la mar en una aventura muy divertida pero también interesante. Y es que Chris acepta el puesto de patrón sin haber pisado un barco. Después, ya con cierta base en la navegación, los problemas de Chris con los barcos no terminan, pero no quita para que se lo pase bien y conozca a mucha gente interesante.