Olalla

“Olalla” (1885) es una obra bastante inusual de Robert Louis Stevenson. Realmente parece más bien una historia de Poe, ya que sigue al pie de la letra muchas de las convenciones de la literatura gótica.
El narrador es un soldado escocés que se está recuperando de las heridas que recibió en la Guerra de la Independencia Española, en la que el Reino Unido, España y Portugal se unieron para enfrentar a las fuerzas napoleónicas. El médico que lo atiende le recomienda que descanse en un lugar apartado y tranquilo para reponer fuerzas, y le recomienda la casa en las montañas de una familia española aristocrática venida a menos, que está dispuesta a recibir a un huésped que pague por su estadía, pero no a interactuar con él. al llegar a la casa en cuestión, el narrador va conociendo a la dueña de la casa, bella pero extrañamente desprovista de cualquier tipo de interioridad, su hijo Felipe, bien intencionado pero con pocas luces, y finalmente a la hermana de Felipe, Olalla, de la que se enamorará fulminantemente. Pero las cosas no le serán sencillas a nuestro narrador: un halo de misterio rodea a la familia, y de a poco se van revelando indicios espeluznantes. Una galería de retratos familiares con similitudes escalofriantes, gritos desgarradores e inhumanos en medio de la noche, pupilas que se comportan de forma extraña, puertas cerradas con llave... todo indica que hay algo ominoso en esa familia...

Como mencioné al comienzo, en “Olalla” encontramos todos los ingredientes de un cuento gótico: la mansión aislada en un paisaje imponente, la vinculación entre la aristocracia decadente y el embrutecimiento (sobre todo en relación a las consecuencias nefastas de las relaciones endogámicas), el linaje en peligro de extinción, el amor apasionado e irracional por una mujer hermosa pero condenada, y la tensión de un espíritu desgarrado por la pugna entre las fuerzas del bien y del mal. Es una obra muy entretenida, de fácil lectura, perfecta para el mes del terror.