El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

Una de las cosas que tienen en común la gran mayoría de los escritores vitorianos es su poder narrativo.

Como si fueran conscientes de ello, existe en sus letras cierto aroma a cuero, a vino añejo pero bien cuidado, a buen gusto por la escritura que perdura e incluso trasciende en la era digital.

Tal vez entonces no todo valiera, y el esmero fuera una valorada virtud.

Encuentro en el relato de R.L. Stevenson ese placer de leer, donde el como está por encima del que.

Y es que, conmigo, la elegancia es prácticamente una guerra ganada, como también lo es, el difícil arte de narrar un buen pedo, al fin y al cabo, todos somos como mínimo duales.

Llevada al extremo, Hyde y Jekyll es inherente a la condición humana. Todos tenemos esa cara de bendito que vendemos al exterior, y nuestras perversiones a buen recaudo.

En su trama, la novela a mi juicio tampoco es del otro jueves, pero si todo un referente por el tema tratado.

¿Qué harías tu si fueras impune? A mí se me ocurren unas cuantas maldades, en especial con alguna simpática clienta, cuya familia la tengo siempre presente, y eso que yo, por supuesto soy un trozo de pan.

En todo caso, los relatos que viajan a través de los siglos y sobreviven, no lo hacen por arte de magia, sino por su alta calidad literaria o como en este caso, narrativa.

Miedo me da cuando los contemporáneos del siglo XXVIII lean los grandes clásicos del XXI, que pensaran de nosotros y nuestras 50 sombras.

Tal vez el aroma sea a otros cueros...

Me gustó más aquí el Stevenson que en la Isla del tesoro...xlaro que, son edades distintas y yo definitivamente, me hago mayor.